Un embarazo es una situación única desde el punto de vista inmunológico porque el cuerpo tiene que “tolerar lo ajeno”. La madre tiene que gestar al embrión y para ello su sistema inmune tiene que aceptar la coexistencia con células cuyo origen es en al menos una mitad distinto. A través de un mecanismo de silenciamiento y de inactivación (¡y del que aún queda mucho por conocer!), la placenta como tejido propio del embrión, invade el tejido materno sin rechazo. Por tanto, el proceso de implantación embrionaria y correcto desarrollo del embarazo dependen de un delicado equilibrio que permita la tolerancia entre dos individuos inmunológicamente diferentes.
El sistema inmune protege al organismo de células extrañas y de enfermedades. Un grupo de células inmunitarias, los más conocidos los anticuerpos; reaccionan contra virus, bacterias, parásitos o incluso células propias alteradas como las cancerosas. Este sistema es el responsable de los rechazos en los transplantes o transfusiones, cuando detecta células que pertenecen a otro individuo. En ocasiones, el sistema inmune reacciona de forma equivocada contra células propias normales, ocasionando destrucción de las mismas y por lo tanto enfermedades que conocemos como “autoinmunes”.
El fallo recurrente de implantación (ausencia de gestación tras varias transferencias de embriones adecuados) o las pérdidas gestacionales recurrentes (dos o más abortos involuntarios) son dos situaciones que afrontamos a diario y que resultan muy decepcionantes y difíciles tanto para pacientes como para médicos. Todavía no tenemos el suficiente conocimiento, pero se cree por sus características, que el sistema inmune podría estar involucrado.
En la actualidad, el único trastorno inmune vinculado de manera sólida con un porcentaje amplio de fracasos reproductivos es el síndrome antifosfolípidico, es la causa demostrada más frecuente de aborto de repetición y además es tratable. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia en sangre materna de unos anticuerpos denominados antifosfolípidos. Estos provocan unos fenómenos trombóticos a nivel placentario que llevan a la pérdida del embarazo. El tratamiento con aspirina y heparina (clexane ®) se ha demostrado efectivo reduciendo el riesgo de aborto.
El otro foco de investigación en inmunología reproductiva se centra en las células del sistema inmune.
Los tratamientos disponibles se dirigen a suspender o modular las alteraciones en el sistema inmune y otras alteraciones que pudieran existir. Dentro de los fármacos a los que es posible recurrir, destaca el uso de corticoides, inmunoglobulinas intravenosas, intralípidos y antiTNF, todos ellos con o sin heparina, que parece también tener un efecto modulador sobre el sistema inmune y aspirina.
El uso de estos fármacos está aún en investigación y con desiguales resultados.
La investigación sobre el sistema inmunológico y la infertilidad ha avanzado, pero todavía es muy escaso, creando resultados que si bien pueden ser un punto de partida no constituyen una evidencia científica incuestionable ni por tanto puede estandarizarse su aplicación en la práctica clínica diaria.
A pesar de todo, los médicos continuamos buscando respuestas y tratamiento a estas situaciones tan frustrantes y dolorosas para nuestros pacientes y esperamos que nuestros proyectos actuales de investigación pronto arrojen mayor conocimiento y soluciones.
Dra Ángela Llaneza, ginecóloga de Instituto Bernabeu. .