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¿Cómo tomar la decisión de acudir a tratamientos de fertilidad?



La infertilidad es un problema latente, subrepticio y asintomático que por desgracia en muchas personas solo es descubierto una vez la pareja ha tomado la decisión de tener un hijo. Ante los intentos insistentes y consecutivos de engendrar descendencia y la inesperada falta de éxito muchas jóvenes parejas se sumen en la decepción y en la confusión.

Cuando se ven obligados a asumir la imposibilidad de tener un retoño acuden a las clínicas de infertilidad que, hoy en día, se encuentran por doquier. Lo primero de lo que se les informa a los potenciales futuros padres es que hay esperanza, y mucha. Las técnicas que se barajan hoy en día a la hora de tratar esta condición son muy diversas y muy eficaces.

Hay sencillas soluciones tanto si el problema surge del hombre debido a un bajo recuento o movilidad de los espermatozoides como si es la mujer la que impide que se tengan hijos. En cualquier caso hay que cerciorarse de que el médico o especialista de confianza con quien se trata el asunto agota primero las vías naturales (insistencia, pérdida de peso, eliminación de hábito insalubres y perniciosos como el tabaco o el alcoholismo, etcétera) y después se siga, si es necesario, con los medicamentos. 

Si llegados a este punto existen dudas o reticencias no hay que sacar las cosas de quicio. Es una reacción totalmente lógica y perfectamente respetable. Es más, es algo comprensible sabiendo que toda medicina conlleva sus propios riesgos. En el caso de los tratamientos hormonales pueden aparecer cambios en el comportamiento y otros síntomas indeseados. Nuestra sugerencia para las parejas que se encuentran en una situación tan complicada es que se hagan una pregunta a sí mismos y la respondan sinceramente. ¿Cuál es la razón original por la que se está en la clínica? La respuesta es sencilla. Se quiere tener un niño.

Si el deseo inicial no ha mudado tras el tiempo en que duran las consultas y los diagnósticos la pareja debería someterse a los tratamientos recomendados ya sean farmacológicos o quirúrgicos. En caso contrario siempre quedará la opción de explorar otras vías como la adopción o aceptar el hecho de no poder tener hijos.

Nuestra percepción es que la familia y los hijos es algo maravilloso a la que ninguna persona que quiera vivir plenamente debe renunciar. En cualquier caso esta es una decisión compleja y sobre todo muy personal. No hacerlo para evitar un tratamiento de infertilidad no parece la mejor motivación sin embargo.

Lainfertilidad.com