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Marcos Jornet, de Son Nuestros Hijos: “La gestación subrogada es una realidad imparable y negarlo es irresponsable”



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Marcos Jornet, es el nuevo presidente de Son Nuestros Hijos, una asociación que vela por los intereses de las familias con hijos de gestación por sustitución. Lanzan este martes una campaña con el lema ‘respétame, respétanos’.

¿Cómo lo debemos llamar gestación subrogada o vientres de alquiler?

Gestación subrogada, porque es el término que el propio PSOE introdujo en la ley de reproducción asistida de 2006. Un término promovido por un gobierno en el que además estaba la señora Carmen Calvo, como ministra. Vientre de alquiler es un vulgarismo y es despectivo, ofensivo y fomenta el odio.

¿Qué opina de la decisión del Gobierno de no regular esta práctica?

Que es asombroso que una ministra de igualdad esté desprendiendo tanto odio y fomentando la desigualdad entre nuestros hijos y los de los demás, y entre nuestras familias y el resto.

¿Qué le parece que cada vez haya más familias que recurren a esta técnica?

Es una realidad imparable y negar la regulación es una irresponsabilidad. Desde Son Nuestros Hijos queremos una regulación con garantías, para que los procesos se realicen de la manera mejor posible y de forma ética. La única manera de garantizarlo es a través de una regulación nacional y no mirando hacia otro lado, lo que supone una irresponsabilidad. Asimismo, dado que es una práctica perfectamente legal en otros ordenamientos hay que asegurar, en interés superior del menor, el acceso de los menores nacidos en el extranjero al registro civil español.

¿Y que tengan que salir fuera de España para formar familia?

Nuestro ordenamiento no prohíbe en ningún sitio que las familias recurran a ordenamientos extranjeros donde la práctica es lícita y está regulada para acceder a la paternidad o maternidad. Los países son EE UU, Ucrania y Canadá, entre otros.

Portugal y Grecia han legislado de alguna manera…

Lo que nos indica que los gobiernos de Reino Unido, Portugal o Grecia hayan regulado esta práctica es que dichos gobierons, que no son sospechosos en absoluto de no proteger los derechos de las mujeres, se han dado cuenta de que una regulación con garantías para todas las partes es posible. Además resulta llamativo que precisamente en Portugal esta regulación provenga de la izquierda política.