En los últimos años he visto cómo el motivo de consulta: «Tengo problemas para ser mamá/papá», «No consigo quedarme embarazada, no se cómo gestionarlo», «Me produce mucha ansiedad ver que no podré ser mama» ha incrementado de forma desmesurada.
Los casos de infertilidad aumentan de manera increíble debido a varios factores: el aumento de la edad de las mujeres para quedarse embarazadas, el estrés, la contaminación ambiental y el consumo de sustancias tóxicas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 80 millones de personas en el mundo están afectadas por la infertilidad.
El primer impacto emocional es el diagnóstico de infertilidad. Es importante que los equipos de medicina reproductiva dispongan de un buen equipo psicológico
Existen dos tipos de esterilidad:
- – Esterilidad primaria: es la que presenta una pareja que nunca ha podido lograr un embarazo después de intentarlo durante al menos un año de relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos.
- – Esterilidad secundaria: son las parejas que sí pudieron tener un primer embarazo pero no consiguen el siguiente después de transcurrir más de 12 meses.
Ambas afectan al 15% de los países industrializados, teniendo un gran impacto en la pareja y la sociedad.
José Benítez, director médico de Boston Medical Grup, asegura que los hombres con cargos de mucha responsabilidad y elevados niveles de estrés tienen mayor prevalencia a sufrir alteraciones que afecten a la fecundidad, así como disfunción erectil.
Concepción Alonso Cerezo, médico y cirujana del Área de Genética Clínica del Hospital de La Princesa de Madrid, recuerda que la fertilidad de una pareja depende de ambos cónyuges, no sólo de la mujer. Tanto las funciones reproductivas del hombre como de la mujer deben estar coordinadas y preservadas, puesto que cualquier defecto producirá alteraciones en la reproducción.
En esta problemática un factor muy importante es el control emocional. Por ejemplo, la ovulación y la menstruación son reguladas por la secreción hormonal, por lo tanto, es lógico que se vean afectadas por nuestros estados emocionales. En situaciones de estrés muchas mujeres no ovulan y dejan de menstruar, este problema se denomina «amenorrea hipotalámica». La doctora Sara L. Berga, en el Magee Women´s Hospital de Pittsburgh, llegó a la conclusión de que la tensión emocional es uno de los principales factores que generan una reducción de la secreción hipotalámica de la hormona liberadora de gonadotrofina, reduciendo la secreción pituitaria de hormonas, lo que conduce a una estimulación ovárica insuficiente como para concretar la menstruación. Por ello es importante atender a los miedos o conflictos emocionales.
El primer impacto emocional es el diagnóstico de infertilidad, éste suele producir una crisis dentro del núcleo de la pareja y se traduce en un gran desgaste emocional, por su carácter cíclico. Se repite una y otra vez la vivencia de esperanza (al inicio del ciclo) y fracaso (cuando llega la menstruación). Además de este problema emocional, tenemos el añadido del importante costo económico que supone el tratamiento, los procesos médicos y la invasión de la privacidad sexual de la pareja.
En la mayor parte de parejas que pasan este proceso se superponen sentimientos de inadecuación, desesperación, pena, envidia de otros papas, celos hacia la mujer embarazada, miedo, pérdida de la lívido, culpa, ansiedad, depresión y pérdida de autoestima. Principalmente estos cuadros últimos son los que más incapacitan.
Por todo esto, es muy importante aprender a gestionar bien estas situaciones de estrés, que los equipos de medicina reproductiva dispongan de un buen equipo psicológico y pedir ayuda profesional.