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Madres solas por elección: un nuevo modelo de familia



La decisión de ser “madres solas por elección” (“single mother by choice”) o “solo mother” (sin traducción), es un fenómeno emergente en la sociedad española actual. Bajo la acepción de “madres solas por elección” se incluyen tanto aquellas mujeres que planificaron a priori ser madres en solitario y, por tanto, recurrieron a distintas estrategias y procedimientos para ello como técnicas de reproducción asistida, la adopción, etc; como aquellas otras que se encontraron con una maternidad biológica no buscada en principio, pero que asumieron en solitario desde el inicio, frente a otras salidas posibles (aborto, dar al bebé en adopción, etc.) (Cif. Davies y Rains, 1995; Siegel, 1998). Se trataría, según la comunidad científica, de “madres solas por decisión propia”, tanto porque en unos casos así lo idearon y planificaron, como porque en otros casos, convirtieron una maternidad por azar en una maternidad por decisión.

La determinación de ser “solo madre” está marcada fundamentalmente por las circunstancias vitales en las que la mujer se encuentra –solvencia económica, sin pareja y en el límite de la edad. En muchos casos, el reloj biológico impone sus propios condicionamientos y les sitúa ante una coyuntura que deben afrontar y que no es otra que la decisión de ser madre.

El perfil de la mujer que se enfrenta a la decisión de ser “madre sola por elección”, según distintos estudios, se ajusta a un modelo que se caracteriza por tratarse de mujeres adultas (35 a 45 años de edad), alto nivel académico y/o empleos cualificados, nivel adquisitivo aceptable, amplias e implicadas redes sociales y, muy especialmente, el deseo de ser madres y la planificación que esa situación requiere. En este sentido, María Victoria Paloma Gómez García, profesora Titular de Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid, opina que el aumento del número de mujeres que toman la decisión de ser “madres solas por elección” se debe “al avance imparable de su deseo de independencia, acompañado de la voluntad de muchas de ellas de no dejar pasar la experiencia de la maternidad, aun no reuniendo las “condiciones” que tradicionalmente se pensaban necesarias para dar el paso”. Además, en opinión de Gómez García, a esta decisión se unen otros factores como “la prolongación del tiempo de formación, las dificultades relacionadas con la consecución de una mínima estabilidad profesional y la naturaleza efímera de muchas relaciones personales. No es difícil que estos factores sitúen a mujeres sin pareja ante la disyuntiva de ser madres o no y decidan asumir la experiencia”.

Factores que influyen en la decisión

María Brichette Uncal, psicóloga del Instituto Europeo de Fertilidad (IEF) y coordinadora del grupo de Psicología de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), pertenece a este grupo de mujeres que en nuestro país han decidido ser “madres solas por elección”. Entre los principales factores que llevan a una mujer a llevar a cabo una maternidad en solitario, en opinión de Brichette Uncal está “el deseo de ser madre y no contar con un pareja en ese momento – que cumpliese con las expectativas que la mujer tendría para el padre sus hijos-, y/o el otro factor más frecuente sería estar en el límite de la edad aconsejable para conseguir la gestación”.

Brichette Uncal apunta que el entorno social, laboral, económico o emocional se encuentra estrechamente relacionado con la toma de decisión de ser “solo madre”. En este sentido, cree que, “el entorno social puede influir mostrando un acceso a la maternidad antes inexistente y el laboral indirectamente pueden influir al retrasar la maternidad en aras de una mejor situación profesional”. Desde su experiencia profesional, Brichette Uncal manifiesta que “el factor económico y emocional son fundamentales a la hora de llevar a cabo este proyecto vital, pero no en la decisión”, y reitera que “actualmente existe una amplia red de apoyo social”.

La doctora Ana de Lucas, psicóloga perteneciente al equipo que conforma Psico-salud, habla sobre el papel que puede tener la intervención psicológica como herramienta de apoyo en esta decisión personal y manifiesta que “cuando una persona decide lanzarse a la maternidad en solitario hay que afrontar la situación planteándose el porqué. Hay que analizar las razones que llevan a mujer a embarcarse en la aventura de la maternidad, a asumir toda la responsabilidad de traer al mundo a un bebé. Muchas veces esta decisión viene acompañada de dudas e incertidumbres. La intervención terapéutica ayuda a aclarar estas dudas que surgirán a lo largo del proceso, no solo como apoyo sino también para aclarar miedos relacionados con la gestación, el parto y la crianza, que son absolutamente normales. El apoyo terapéutico puede ayudar en ese proceso de toma de decisión en el análisis de la situación y a que es una de las decisiones más importantes y determinantes que se toman en la vida”.

Ausencia del “rol paterno”

Más allá de los problemas a los que las madres deben hacer frente, no parece que la integración de los niños esté sujeta a especiales dificultades

En relación a la ausencia del “rol” paterno en el desarrollo de los hijos nacidos de “madres solas por elección”, Brichette Uncal incide en que “el llamado “rol del padre” se refiere a las funciones que uno de los progenitores debe desempeñar para la educación y crianza, que tradicionalmente se ha asociado con la figura masculina. En el caso de las madres solas, este rol es cubierto por la misma persona”. Una idea que coincide con la que transmite Ana de Lucas quien subraya que, hoy en día, los niños ven con normalidad diferentes figuras de cuidado a su alrededor. Esas figuras que se encargan del cuidado del menor, trasmiten afecto, atención, generan estilos de relación, trasmiten diferentes roles, valores y conocimientos y manifiesta que “hay roles masculinos o femeninos como una idea socialmente extendida, pero no determinante. Todos conocemos casos en los que los roles supuestamente femeninos o masculinos están cambiados y no suponen el más mínimo problema para los hijos. Si eliminamos las etiquetas femenino-masculino, y cogemos de esos roles simplemente sus funciones (seguridad, cariño, cuidado, vigilancia emocional, respeto o transmisión de valores), da igual quién los ejerza. En el caso de las familias monoparentales, todas esas funciones las tendrá que liderar la madre. Además, en el proceso madurativo los niños también se fijan en figuras de referencia a su alrededor, que les aportarán algunas de esas funciones de forma natural”.

A la pregunta de ¿cómo se integran los niños que proceden de madres solas en la sociedad?, Gómez García explica que, “más allá de los problemas a los que las madres deben hacer frente, no parece que la integración de los niños esté sujeta a especiales dificultades. En los colegios, abundan los niños cuyos padres están separados y empiezan a no ser infrecuentes los hijos que son fruto de gran diversidad de formas familiares, lo que en la práctica se traduce en formas de organización de los progenitores y de actuación de los profesionales de la enseñanza muy similares en ambos casos”.

Y ante la disyuntiva de cómo y cuándo proceder a informar a los hijos de “madres solas por elección” de su procedencia, Brichette Uncal dice que “de la misma manera como lo desarrollarían si estuviesen en pareja, con la única diferencia de que no habrá discrepancia en las pautas de educación ni en la toma de decisiones”. “Desde el Grupo de Interés en Psicología de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) aconsejamos que se les comunique a partir de los 3 años y antes de los 7 años. Pero, desde mi experiencia personal y en mi trayectoria profesional en el IEF hay que comunicarse con el bebé desde su nacimiento. Si te sientes segura en tu decisión, así se lo transmitirás a tu hijo y así lo recibirá”, afirma.