Cada vez son más las parejas que tienen que recurrir a la donación de ovocitos, ya sea por edad materna avanzada, cirugías ováricas previas, enfermedades genéticas o por otros factores sociales condicionantes. En estos casos una de las preguntas que más se plantea la futura mamá es… “¿qué tendrá de mí mi futuro hijo?”
Pues bien, se están llevando a cabo estudios sobre Epigenética que muestran que la relación entre la madre gestante y el bebé es mucho más estrecha de lo que cabe esperar incluso cuando no comparten la misma información genética.
La Epigenética, término aún no muy conocido, es la rama de la genética que estudia los factores que influyen en la expresión génica sin modificar ni alterar los genes.
A partir de los trabajos que se están llevando a cabo por el grupo de investigación de la Fundación IVI, liderado por el Dr. Felipe Vilella bajo el nombre “The maternal origins of adult disease. The womb may be more important than the home” se pone de relevancia cómo el endometrio es capaz de secretar moléculas que serán captadas por el embrión y podrán modificarlo transcriptómicamente (a nivel de ARN en células, tejidos u órganos), dando lugar a una modificación epigenética en su edad adulta.
Este hallazgo muestra que existe un intercambio entre el endometrio y embrión que puede inducir a que en el embrión se expresen o inhiban funciones específicas, dando lugar a modificaciones epigenéticas. Este hecho es motivo de estudio en dos patologías muy frecuentes como son la obesidad y la diabetes tipo II.
Este intercambio epigenético ocurre también en gestaciones en las que el óvulo es aportado por una donante y con este hecho aún se avala más la teoría del intercambio genético entre la madre receptora y el embrión que permanece en su útero.
De todo ello se puede extraer una primera conclusión: la comunicación materno-fetal será decisiva para el desarrollo del futuro bebé. Por lo tanto, el modo de vida de la embarazada, el tipo de alimentación que lleva durante el embarazo, la ingesta de medicamentos, el consumo de drogas, etc., pueden facilitar la expresión de unos genes y silenciar otros. Es decir, una mujer obesa con hábitos poco saludables en cuanto a la alimentación, tendrá más probabilidades de transmitir a su bebé enfermedades como la diabetes y la obesidad.
Aunque en la actualidad los estudios estén demostrando que las patologías maternas pueden cambiar el comportamiento génico del embrión y provocar patologías en su edad adulta, en sentido positivo, cabría pensar que dicha expresión implica también la amplia relación que se establece entre el bebé y su madre.
En mi opinión, aquellas mujeres que necesitan óvulos ajenos deben saber que su contribución al desarrollo del bebé es tanto o más importante que los genes que aporta la donante. Y sobre todo, entender que una vez que tengan a su bebé en brazos el vínculo afectivo madre-hijo es infinitamente más poderoso que cualquier información genética.
Julia Ramos, ginecóloga especialista en reproducción asistida en IVI Sevilla