Existen varios factores que favorecen el incremento en las tasas de infertilidad en la sociedad como, por ejemplo, el aumento de la edad media en el que la mujer se plantea tener su primer embarazo y factores ambientales que provocan una disminución de la calidad de los gametos (tanto óvulos como espermatozoides) y, por tanto, una peor calidad de embriones que perderán su capacidad de desarrollo para llegar a un recién nacido.
Según el último registro de datos de la Sociedad Española de Fertilidad pertenecientes a 2015 (este año se presentarán los de 2016) Informe estadístico de Técnicas de Reproducción Asistida 2015, España registra un aumento de los tratamientos, en concreto, en lo referente a fecundación in vitro (FIV), el número total de ciclos recogidos del año 2.015 ha sido 127.809. El procedimiento más frecuente fue el correspondiente a embriones FIV/ICSI (el 42% de los ciclos) y en el caso de inseminación artificial (IA) 38.903.
“No podemos usar de forma rígida protocolos de tratamiento sin tener en cuenta estas particularidades. En reproducción trabajamos mucho con hormonas que tienen el objetivo de conseguir un número de folículos que no debe ser ni muy pequeño ni excesivo. Para lograr esa cantidad de folículos y, por tanto, de óvulos, debemos ir ajustando la dosis de medicación acorde a las características de la paciente. La individualización de los tratamientos consigue que sean más eficaces y seguros”, ha añadido el experto.
Todos los tratamientos precisan de la estimulación ovárica previa para favorecer su éxito, si bien actualmente los expertos recuren al menos a tres indicadores: edad de la paciente, recuento de folículos antrales y la hormona antimulleriana, una hormona secretada por los ovarios y que en Medicina de la Reproducción sirve para conocer la reserva ovárica de la paciente.
“Es decir, conocer si los depósitos de óvulos que tiene la paciente son los adecuados acorde a su edad. Esto nos sirve para poder dar un diagnóstico en caso de anomalías en los niveles de esta hormona y para poder ajustar el tratamiento que pautemos acorde a los valores de la hormona antimulleriana”, ha apostillado el doctor.
Este biomarcador es, a juicio del especialista, “ideal” porque no oscila con los días del ciclo y es una herramienta consistente, basada en la evidencia, que permite personalizar el tratamiento de estimulación. De hecho, la folitropina delta favorece personalizar la estimulación ovárica controlada para el desarrollo folicular múltiple en mujeres que se someten a técnicas de reproducción asistida como fertilización ‘in vitro’ (FIV) o inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) en ciclos con antagonista de la GnRH empleando el valor de AMH y peso de cada paciente.
La seguridad de los tratamientos ha aumentado en los últimos años con una disminución muy importante de los efectos secundarios lo que permite cada vez mejores tasas de gestación en los centros. “Podemos decir sin equivocación que en España los tratamientos son cada vez más seguros y eficaces. Tendemos a una medicina personalizada en al que debemos ajustar el tratamiento (tanto en tipo como en dosis) a la paciente que vamos a estimular. En este sentido, el poder contar con fármacos que nos facilite este ajuste e individualización es algo muy positivo”, ha zanjado el experto.