La sociedad posmoderna, de capitalismo estructural y omnipresencia tecnológica, también ha invadido uno de los aspectos fundamentales del ciclo vital: tener hijos. ¿Por qué esperar y dejar que la naturaleza actúe a su ritmo, pudiendo acudir a las técnicas de reproducción asistida, que pueden acelerar este proceso? Con estos casos se encuentran hoy los profesionales de este sector: parejas que, pese a no haber intentado tener un hijo por su cuenta el suficiente tiempo, acuden a un tratamiento de reproducción asistida.
Aunque el 80% de las parejas consiguen un embarazo natural durante el primer año de mantener relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos, hasta pasado más de un año de intentos fallidos no se empieza a considerar el diagnóstico de un problema de fertilidad en una pareja menos de 35 años, según explican expertos de Sanitas, que cuenta en su cartera de servicios con diversas técnicas de reproducción asistida.
Sin embargo, es cada vez más frecuente ver parejas jóvenes acudir a clínicas de fertilidad para lograr un embarazo mediante alguna de estas técnicas sin haber comprobado una supuesta dificultad, paliando/contrarrestando así su falta de paciencia. Estas personas pertenecen, por lo general, a una clase social acomodada, con buenos puestos de trabajo y una planificación de vida que se angustian ante la espera por un embarazo que no llega en los plazos previstos. Igual que las nuevas tecnologías nos han permitido aprender, investigar y relacionarnos de forma ilimitada y accesible a todos, los tratamientos de reproducción asistida, también se han erigido como una opción cada vez más habitual para aquellos que desean tener un bebé.
También es frecuente, según diversos ginecólogos, encontrar parejas que por trabajo viven separados o viajan mucho y no pueden verse todo lo que desearían, por lo que no pueden mantener relaciones sexuales de forma continuada para conseguir un embarazo. Estas constituyen otro de los perfiles que más demandan tratamientos de reproducción asistida como los que ofrece Sanitas. Las técnicas existentes, con un trato personalizado y un alto porcentaje de éxito, son la salida perfecta para ellos.
Pero la impaciencia propia de la sociedad actual y los ritmos laborales no son la única razón del llamado “embarazo exprés”. También hay un alto porcentaje de parejas que han dejado pasar demasiado el tiempo, por razones profesionales o simplemente por inconsciencia, que se encuentran habiendo superado la frontera de los 35 años y con una salud reproductiva menguante. Estas parejas propias del siglo XXI, con los dos miembros trabajando y una convivencia buena pero a veces escasa, no reparan en las consecuencias de llegar a una edad límite en la salud reproductiva, que en el caso femenino es mucho más corta.
¿Y si no es el momento todavía, aunque las condiciones físicas apremien?
Los avances científicos en este campo permiten a día de hoy una solución óptima: la vitrificación ovocitaria. Este complejo término significa la conservación de los óvulos para poder usarlos más adelante. Expertos de Sanitas recomiendan realizar el proceso antes de los 35 años, momento en el que, como señalamos, la capacidad reproductiva de la mujer comienza a descender. Esta es una solución que poco a poco irá consolidándose, pues la mujer es ya una figura imprescindible en el mercado laboral y su vida profesional cobra cada vez una importancia mayor frente al rol maternal que tradicionalmente se le ha impuesto. Gracias a estos avances médicos, la maternidad y el éxito profesional no tendrán que ser caminos opuestos.