En el momento actual sabemos que la normal consecución de un embarazo se fundamente en tres pilares básicos: el embrión, el endometrio y la tolerancia por el sistema inmunológico de la madre. No sólo es necesario un correcto estado funcional de todos ellos, sino también una óptima interrelación entre sí. Tanto el estudio como el papel actual del embrión y del sistema inmune ya han sido descritos en detalle con anterioridad, por lo que nos centraremos en el endometrio y, más concretamente, en el estudio de la receptividad endometrial.
Es sabido desde hace tiempo que el endometrio, tejido que tapiza la cavidad del útero, sólo se muestra receptivo al embrión durante un breve espacio de tiempo conocido como “ventana de implantación”. Esta ventana suele darse en torno a un día séptimo tras la ovulación, y es objeto de intenso estudio. Ya en los años 50 Noyes estableció diferentes patrones estructurales a lo largo del ciclo de la mujer, y en la década de los 90 se describieron unos cambios específicos al estudio con microscopía electrónica, denominados pinópodos. Sin embargo, estos parámetros estructurales, o morfológicos, han demostrado una baja fiabilidad en estudios posteriores.
Por ello, y por los grandes avances ocurridos en el campo de la Genética Molecular, han surgido en la última década nuevas posibles herramientas para intentar detectar qué endometrio sería receptivo y cuál no. Estas herramientas se denominan test de receptividad endometrial o ERA (del inglés endometrial receptivity assay), y su objetivo es detectar las señales o etiquetas que deben mostrar las células del endometrio en la ventana implantatoria. Estas etiquetas corresponderían a la expresión de genes muy concretos que deberán ser “activados” exclusivamente durante ese corto período. En otras palabras, el test de receptividad nos permitiría conocer el carnet de identidad génico del endometrio apto para albergar un embrión.
El test ERA es una prueba que se engloba dentro de un campo denominado Transcriptoma, término que procede de transcripción, que es el proceso de expresión de los genes.
Hasta la fecha se han identificado perfiles génicos para diferentes fases del ciclo natural de la mujer, en diferentes patologías como la endometriosis y en mujeres sometidas a tratamientos de reproducción asistida. Por otro lado, el test ha mostrado seguridad (es decir, que su repetición en iguales condiciones ha mostrado el mismo resultado), y consistencia (el resultado es válido durante un período relativamente largo). Sin embargo, en el momento actual seguimos encontrando dos importantes limitaciones de cara a su aplicación en la práctica médica habitual.
La primera es que aún no se ha encontrado un panel de genes que discrimine con suficiente claridad un endometrio receptivo. Los estudios realizados hasta ahora han incluido grupos reducidos de pacientes y en poblaciones muy concretas, y si bien han obtenido resultados positivos, sería necesario corroborarlos de manera global.
Y en segundo lugar, se hace necesario evaluar el papel del test en pacientes que sufren fallos repetidos de implantación embrionaria en sucesivos tratamientos de fecundación in vitro. Datos preliminares indican que hasta un cuarto de estas pacientes pueden tener una ventana de implantación adelantada o retrasada, y adaptando el momento de la transferencia embrionaria se podría mejorar el pronóstico de gestación. Es imperativo ampliar la línea de investigación en este grupo de mujeres.
La medicina personalizada es una tendencia cada vez más extendida en todas las especialidades médicas. Sin ir más lejos, la aplicación de protocolos de estimulación ovárica según la reserva ovárica de la mujer, o la utilización de la FIV (Fecundación In Vitro) o la ICSI (Microinyección intracitoplasmática de espermatozoides) en función de los parámetros del semen, son claros ejemplos de ello. En esa línea, el desarrollo de una prueba de receptividad endometrial que nos permita elegir el momento idóneo para transferir el embrión es, sin duda, muy atractiva.
Dr. Juan Martínez de María, ginecólogo del Instituto Bernabeu.