Sucede cada vez más a menudo. Una noticia relacionada con la maternidad o paternidad de una persona famosa salta a los medios y se convierte en el centro de un torbellino de opiniones enfrentadas. Es algo tan divisivo que se diría que gira, más que a un ámbito muy concreto y personal de la existencia, en torno a una entera percepción del mundo. Tal vez porque es así en realidad.
La última información en generar esto ha sido el anuncio de Alex Diaz en The Sun de que Cristiano Ronaldo va a tener gemelos “muy pronto” mediante gestación subrogada. La historia, que no ha sido confirmada ni desmentida por el implicado, cita a una fuente dentro de la familia del futbolista y habla de una gestante establecida en la costa oeste de los Estados Unidos, además de señalar que el hijo de seis años de Cristiano, Cristiano Junior, ya nació “en similares circunstancias” (algo nunca probado). Según la fuente de The Sun, el jugador del Real Madrid “siente que ha llegado el momento de darle al niño hermanos con los que crecer”.
La ristra de comentarios y pareceres para todos los gustos no se ha hecho esperar. No podría ser de otra manera; una de las partes más íntimas de nuestra vida personal, la que atañe al deseo o no de tener hijos, al derecho al aborto, a los tratamientos de fertilidad y a las decisiones que tomamos con respecto a la crianza, (incluso un asunto tabú como el arrepentimiento tratado en libros como No Kids o Madres arrepentidas) se ha convertido en un campo de batalla activo y cruento, la muestra diaria de que más que nunca, lo personal es política.
Se juzga incansablemente, a veces en silencio a veces en la picota pública, a las personas –fundamentalmente mujeres– en edad fértil por tener hijos, por no tenerlos, por volver pronto al trabajo o dejarlo en segundo plano, por dar lactancia materna a demanda o por alimentar con biberón, por ser demasiado estrictas o demasiado relajadas, por practicar el colecho o seguir el método Estivill… la lista de reproches interiorizados y autoasumidos o realizados por el entorno es infinita y mutable. Y, como todos los temas que son realmente populares, el de las prácticas pedagógicas y políticas reproductivas no se queda sólo en la esfera privada, en el ámbito académico o en el legislativo a través de propuestas parlamentarias. Salta a la calle y se vuelve visible de forma espectacular cada vez que implica a una persona popular.
La cantante Soraya vivió una réplica casi idéntica de la polémica protagonizada por Chrissy Teigen cuando salió a cenar con su pareja a los pocos días de nacer su hija y lo colgó en Instagram. Tania Llasera desató una pelea encarnizada sobre métodos educativos al subir un video en el que se escuchaba a su hijo llorar de fondo. Samanta Villar ha sido noticia en numerosas ocasiones al contar una versión del embarazo y los cuidados bastante alejada de las visiones idílicas que se transmiten de forma tradicional, con la controversia subsiguiente. Precisamente otro aspecto de su maternidad fue muy comentado al ser de las pocas mujeres que han reconocido haberse quedado embarazada no sólo mediante un tratamiento de fertilidad que incluía una fecundación in vitro, sino mediante una ovodonación. Si existen sectores que achacan a la misma donación de óvulos ser un proceso oscuro de mercantilización desigual de una persona, las críticas y dudas se multiplican cuando se habla de un caso de gestación subrogada como el que se le atribuye a Cristiano Ronaldo.
Es precisamente la existencia de famosos como él que han tenido hijos mediante la gestación subrogada lo que le ha dado más visibilidad y, en buena parte, ha popularizado la técnica. En Estados Unidos, país donde es legal en varios estados y adonde acuden muchos futuros padres de otros lugares a completar el proceso, Michael Jackson o el matrimonio formado por Sarah Jessica Parker y Matthew Broderick gestaron así a alguno de sus hijos. En España se ha popularizado sobre todo a raíz de casos como el de la baronesa Thyssen, Miguel Bosé, Tamara Gorro y Ezequiel Garay, Miguel Poveda, Ricky Martin, Jaime Cantizano… Una lista que no deja de crecer y a la que si se sumase Cristiano Ronaldo, ídolo de masas y uno de los hombres más populares del planeta, daría cierto sello de normalidad a ojos de gran parte de la opinión pública. No sin polémica, claro está.
Uno de los puntos más chocantes es que la información ha venido seguida de numerosos comentarios del estilo de “Cristiano, sal ya del armario” o chistes sobre una supuesta homosexualidad del futbolista. El que la subrogación sea uno de los métodos por el que los gays pueden tener hijos biológicos ha provocado una asociación entre ambas realidades a ojos de muchos. Lo cierto es que no deja de ser una concepción machista porque implica que un hombre heterosexual sin pareja raramente deseará tener hijos en solitario, mientras que si una mujer hace lo mismo –mediante un donante de semen o a través también de la subrogación– no se asumirá de forma automática que es lesbiana. Se diría que el deseo de reproducción no va de la mano de los varones heteros y cisgénero, aunque sí que va –al parecer con todos los que no entran en esa definición. Lo peor, como siempre, es que se emplea esta “sospecha” sobre la homosexualidad de Ronaldo como algo negativo, un motivo de ataque o de mofa porque, todavía hoy, algunas orientaciones sexuales son algo a esconder o de lo que reírse.
Los demás tipos de comentarios son los que tienen que ver con el propio método elegido, claro. La propia manera de hacerse eco de lo publicado por The Sun muestra ya un sesgo importante. La mayoría de los medios hablan de “gestación subrogada”, mientras que algunos emplean el término “vientre de alquiler” y especifican “no de su novia”. No son en absoluto elecciones inocentes. La terminología define ya a los partidarios y contrarios a esta práctica, a los que consideran que “gestación subrogada” es el término correcto y a los que creen que es un eufemismo que sólo busca aliviar la cruda realidad de lo que es una transacción económica sobre un cuerpo femenino en situación de desigualdad.
Ilegal en España, cuenta con detractores y defensores dentro del mismo partido –sólo Ciudadanos se ha manifestado sin fisuras a favor– y de generar curiosas alianzas en partidos de signo opuesto, como señalaba Álvaro Llorca en Verne. En los movimientos feministas también es una discusión abierta, comparándose con la de la prostitución en el sentido de que puede ser vista como un acto de libertad suprema femenina sobre el propio cuerpo o todo lo contrario, una plasmación del neoliberalismo en su encarnación más cruda sojuzgando a las mujeres una vez más.
Se discute si debería regularizarse sólo de forma altruista, como en Gran Bretaña, para acto seguido señalar que así no se cubre la demanda que existe, hecho que daría la razón a los que critican que se hace por ánimo de lucro o necesidad económica; al mismo tiempo se dice que a quién más beneficia es a las empresas intermediarias y el gasto no revierte como debería en la gestante… Ciencia, moral, economía y feminismo se entremezclan en uno de los asuntos más peliagudos de la actualidad. Hay visiones de todo tipo y aún escuchando a unos y a otros puede resultar difícil llegar a una posición tajante sobre el tema. Aunque en el fondo da igual lo que pensemos como individuos o que siga siendo ilegal aquí y, por ende, sólo accesible para personas con un alto poder adquisitivo o con posibilidad de endeudarse. Está pasando y seguirá pasando; unos 1.000 bebés llegan cada año a España habiendo sido gestados de esta forma. El debate sólo acaba de empezar.