El viaje de los espermatozoides hasta su destino no es una ruta fácil para las células masculinas. Desde que un hombre eyacula, millones de espermatozoides compiten en una carrera frenética para alcanzar el óvulo y poder fecundarlo. Durante años se pensaba que en esta competición, los espermatozoides seguían un camino cómodo y directo por la zona central del útero.
Las recreaciones científicas mostraban a millones de espermatozoides navegando por el útero hasta alcanzar las trompas de falopio femeninas, como misiles teledirigidos en busca del óvulo. Pero un estudio de la Universidad de Birmingham y Warwick muestra un viaje menos cómodo. En realidad, los espermatozoides no navegan, se arrastran y se golpean con mucha frecuencia con las paredes del útero en su ruta por el tracto femenino. Los resultados de este trabajo se publican en «Proceedings».
Ayuda contra la infertilidad
Esta información es importante no solo para saciar la curiosidad científica sino porque puede ayudar a mejorar los tratamientos de las parejas con problemas de fertilidad.
Las investigaciones anteriores de este mismo equipo de investigación indican que la forma de la cabeza del espermatozoide también podía afectar la manera en que se desplaza. «En combinación con estos datos, creemos que podremos desarrollar nuevos métodos de selección de espermatozoides», explica Jackson Kirkman-Brown, de la Universidad de Birmingham.
El objetivo de muchos tratamientos de fertilidad es encontrar el «Usain Bolt» de los espermatozoides, la célula más rápida y ágil entre los millones de esperma de un eyaculado, para alcanzar en el menor tiempo posible el óvulo para fecundarlo. «A través de investigaciones de este tipo podemos aprender cómo el buen esperma navega por esos minilaberintos que pueblan el tracto reproductivo femenino», explica Kirkman-Brown, uno de los autores de la investigación.
Peter Denissenko, otro de los autores, confiesa cómo no pudo evitar una sonrisa cuando vio a los espermatozoides al microscopio girando bruscamente como un fórmula 1 y golpeándose persistentemente para avanzar en su carrera hacia el óvulo.