No cabe duda de que cuando una pareja toma la decisión de acudir a la consulta de un especialista en reproducción humana sus objetivos prioritarios son dos: en primer lugar precisan obtener información exacta y veraz sobre la causa que está impidiendo que se produzca un embarazo; el segundo y más importante de sus objetivos es solventar el problema que les está impidiendo llevar a cabo uno de sus proyectos de vida más importantes: ser padres.
Visto así podría pensarse que el profesional ideal para estos casos es aquel que tiene capacidad para averiguar y resolver el problema. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, cuando una pareja decide solicitar ayuda profesional es porque lleva un tiempo considerable intentando un embarazo, sin éxito. Su nivel de frustración, ansiedad y sintomatología depresiva suele ser elevado. Por tanto, su estado de ánimo se encuentra muy deteriorado y, generalmente, ven el futuro con pesimismo.
Estas personas acuden a la consulta del especialista acuciadas por la angustia; su sensibilidad está a flor de piel y se sienten muy vulnerables y susceptibles. Para ellos esta situación es de tal envergadura que les desborda. La mayoría precisa hablar de su problema y recibir consejo e información. En consecuencia, es necesario que el especialista a quien van a confiar su futuro les infunda confianza. Por supuesto, es crucial que sea un buen profesional, pero también lo es que se trate de una persona emocionalmente cercana, afectiva, afable, empática, paciente y comprensiva.
Muchos estudios científicos han demostrado que contar con un especialista que brinde apoyo psicológico a lo largo de todo el proceso de reproducción asistida es un factor fundamental, que redunda positivamente en el resultado final del tratamiento; facilita el afrontamiento positivo de las sucesivas intervenciones. Esto contribuye a que las parejas no desistan en los primeros intentos; y favorece el control de la ansiedad durante los días de espera de los resultados.
Las parejas que sienten que pueden confiar en los especialistas que están tratando su caso se sienten atendidas, comprendidas y apoyadas. Esto reduce considerablemente su nivel de estrés y de ansiedad. A este respecto, existe literatura científica que demuestra la existencia de interacción entre la estabilidad emocional y psicológica de la mujer y la probabilidad de éxito de los tratamientos de reproducción asistida.
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