Hola Cristina, ¿cuál crees que es la necesidad a la que responden estos grupos de apoyo?
Hay personas que vienen con la necesidad de compartir un momento difícil que están pasando, y compartirlo con iguales, con gente que esté atravesando algo parecido. Personas que quieren que estés tú ahí para moderar y dar propuestas pero que desean que el apoyo principal venga de otras mujeres en una situación parecida. Eso tiene mucha fuerza.
También son una salida al secretismo que hay en el asunto de los tratamientos de fertilidad, en soledad (o contando con la pareja como único apoyo) todo el proceso pesa mucho. Es un alivio encontrar otros con quienes poder hablar de lo mismo. Y que el encuentro sea en persona, no en foros online, porque encontrar a alguien con un caso similar es mucha casualidad en la vida cotidiana.
¿Qué aporta Cristina Enjuto como moderadora de grupos de apoyo?
Yo planteo mis grupos dando espacio; propongo alguna dinámica pero después las sesiones toman forma con lo que de verdad interesa a los participantes. A partir de ahí las propuestas van hacia lo que se está dando en común entre las mujeres del grupo, dejando espacio para lo individual también.
La manera en que trabajo (también en las sesiones individuales) es explorando in situ y en el presente lo que surge a nivel personal y grupal. No son grupos en los que sólo teorizar o llegar a conclusiones mentales sobre lo que me pasa; intento que cada persona tenga la oportunidad de comprender y gestionar sus emociones desde lo vivencial, desde la experiencia interna.
Para ello utilizo música, dibujos, movimiento, ruedas grupales… es una propuesta de más implicación emocional y personal que permite ir más allá del entender o compartir lo que me pasa; permite encontrar una solución, alivio, gestión, llámalo como quieras.
También, como terapeuta, me arriesgo a devolver lo que es evidente y lo que es fenomenológico. Cuando las personas estamos en grupo, nos lleva un tiempo decir lo que pensamos o vemos; a veces nos quedamos en un clima de charla. Por lo que yo apuesto es por devolver aquello que quizá cuesta más de verbalizar o que no es tan obvio, pero que está latente; siempre desde el respeto y pensando en qué es lo mejor para cada participante.
Al haber pasado por un proceso de infertilidad yo misma, creo que puedo entender algunos de los aspectos que se abren en el grupo. No es algo que sea condición indispensable para llevar un grupo de este tipo, es algo más sutil, que está de fondo y que me conecta con sus experiencias. Sin embargo, tengo muy en cuenta que cada persona y cada proceso es un mundo, así que cuando incluyo algún comentario que creo puede aportar algo prefiero dar mi opinión dando espacio a la vivencia del otro. Puedo preguntar algo como esto: “Así es como yo lo veo pero, ¿tiene sentido para ti?”.
¿Cuál debe ser la implicación de los participantes? ¿Hasta dónde les puedes hacer llegar?
Como terapeuta Gestalt trabajo desde lo obvio y lo fenomenológico. Este enfoque me gusta mucho porque lo que se da en ese momento es lo que está pasando y eso es lo enriquecedor. La gente se anima a participar, salen de su discurso o del “runrún” del pensamiento y les abre puertas a algo nuevo. Las propuestas que yo hago en los grupos son cosas que tú puedes autogestionar: vas hasta dónde tú te quieras meter. No es una cosa rompedora, no vas a rasgarte las vestiduras. No. Mi trabajo no va por ahí. El grupo de apoyo de la infertilidad no lo he tocado desde ahí, porque ya bastante desgarrada viene la persona. Es un trabajo más íntimo y más cercano, menos expuesto y arriesgado en el sentido de que no vamos tanto a darle al ego. No te voy a hacer que sufras a base de insistir en lo que duele o de exponerte. Voy poco a poco, no me gusta entrar ahí por entrar. Sí que vamos a trabajar con algo que te sirva a ti, pero sin romperte.
Hurgar en la herida cuando está ahí abierta, si la persona no está preparada, no es productivo. En el grupo hace falta más tiempo. En terapia individual, cuando llevo 10-15 sesiones, puedo ir más a fondo y explorar más… pero en un grupo se va a otro ritmo.
Háblanos de tu experiencia en grupos anteriores, ¿qué ambiente te encontraste con la gente?
El grupo de apoyo anterior que hice duró un curso escolar (septiembre a junio) y de forma quincenal. Y va muy bien para esto. Era un grupo muy flexible, aunque más que flexible, era orgánico: iba sobre la marcha del grupo entero. Cuando alguien se quedaba embarazada, se iba del grupo y llegaba otra persona, eso había que trabajarlo. Ahí llegamos a pensar en redefinir el grupo y convertirlo en un grupo con otro nombre, para que las que se queden embarazadas también se pudieran quedar y apoyar a las demás. Ahí salió lo importante de todo este proceso y de este grupo: “Independientemente de que me haya quedado embarazada, soy una persona. Y te he estado apoyando hasta ahora. Entonces, como me he quedado embarazada, ¿ya no te apoyo?” Lo importante no es el estado en que estoy ni lo que vivas, es yo contigo, las relaciones. Era muy importante hacer un buen cierre ahí; por la persona que se iba y por las que se quedan. Se mueven muchas cosas. Era un grupo muy enriquecedor, como la vida misma. Lo que pasaba fuera, pasaba dentro. Es como una pequeña familia de gente afín.
¿Es recomendable para la mujer, para el hombre o podrían ir ambos miembros de la pareja?
Mis grupos son abiertos, pero en estos de la infertilidad no han venido hombres mujeres. Si se hubiera planteado la situación de que viniera una pareja, habría tenido una entrevista inicial con los dos y habría visto si los dos están igual de motivados e interesados… ¿por qué no?
¿Cuál debería ser el objetivo y la función de los organizadores?
En mi opinión es proponer, dar propuestas para explorar cómo puedo atravesar la dificultad y sostenerla, facilitar el acceso a los recursos que ayudan, al potencial.
Y también contener lo que esté pasando en un momento al grupo y a los individuos. Mucha contención. Contener quiere decir que emocionalmente uno se puede desbordar y sabe que es acogido con ello y con cualquier cosa que le pase.
El organizador puede también acotar los tiempos de participación, si es necesario, o recordar si alguien habla desde lo impersonal, por ejemplo. Y debe establecer y cuidar el encuadre, velar por lo que se ha acordado en el grupo, que se mantenga. Un grupo equilibrado, que todos tengan cabida a lo largo de las sesiones. Si algo está pasando y nadie lo recoge, el terapeuta lo recoge también. Estos son sólo algunos aspectos importantes.
¿Tienes algún proyecto de este tipo actualmente entre manos?
Ahora tenemos un grupo que empieza en enero. Se llama “El Arte del Contacto”. Será uno de los grupos de crecimiento personal en el Institut Integratiu. un grupo de autoconocimiento con el objetivo de estar mejor contigo y de mejorar las relaciones con los demás.
Texto: Daniel Vázquez