La técnica por la que la donación de óvulos culmina en embarazo y gestación es una mejora de la fecundación in vitro (FIV). En este caso, los óvulos utilizados corresponden a una donante, mientras que el espermatozoide puede pertenecer a la pareja de la receptora, o también provenir de donación. Los embriones resultantes de esta FIV se implantarán en el útero de la receptora, dando lugar a un embarazo normal.
La donación de óvulos es la única alternativa que se ofrece a ciertas mujeres para tener un hijo propio, en casos en que no existe otro tipo de tratamientos. Básicamente, tiene como objetivo a las mujeres que no disponen de óvulos, o bien tienen óvulos que no resultan aptos para la fecundación.
El primer motivo de que una mujer no tenga óvulos es la denominada menopausia precoz, que se produce cuando la mujer aún es muy joven y afecta a un 5% de la población femenina. También puede tener un origen médico, como es el caso de las mujeres a las que se ha debido extirpar los ovarios por alguna patología tumoral.
Pero, a veces sucede que los propios óvulos no son útiles para tener hijos, como ocurre a causa de ciertas anomalías genéticas que hacen que su dotación cromosómica sea defectuosa. O bien, no resulta aconsejable, al existir un riesgo cierto de transmitir una enfermedad hereditaria grave, como puede ser la hemofilia.
En el caso de la donante, la propia legislación estipula que podrá serlo cualquier mujer fértil, entre los 18 y los 35 años de edad, que tenga buena salud física y psíquica, con capacidad legal para actuar por su propia voluntad y tras la firma de un contrato. Tampoco debe presentar malformaciones o enfermedades genéticas o congénitas, ni hereditarias, ni puede ser adoptada, ya que es imprescindible conocer el historial médico de sus familiares cercanos. Aunque no debe de haber parido más de seis hijos, sí se considera positivo que haya sido madre anteriormente.
La donación se enfoca como un acto anónimo y sin fin lucrativo, prohibiendo cualquier posibilidad de comercio, aun cuando se permita alguna compensación económica por parte de la clínica que ha recogido los óvulos. Ésta suele estar entre los 600 y 900 euros, por las molestias e incomodidades que el proceso supone para la paciente. En cualquier caso, la donante se beneficia de una serie de reconocimientos médicos y ginecológicos completos, necesarios para asegurar el buen estado de los óvulos.
Respecto a la donación, a la voluntaria se le extraen todos los óvulos posibles, después de un tratamiento estimulador de su ciclo ovárico. Se realiza mediante aspiración ecográfica, con un procedimiento indoloro que, como mucho, puede provocar molestias similares a las de la menstruación o una citología normal, recibiendo el alta en menos de una hora. La donación no provoca ninguna pérdida definitiva de algo irrecuperable, porque se trata de óvulos que la mujer nunca iba a llegar a emplear.
En cuanto al procedimiento en sí, una vez que ha sido encontrada la donante, se deben sincronizar los ciclos menstruales de las dos mujeres, mediante un tratamiento farmacológico. Esto hará que la mujer receptora vaya desarrollando el endometrio para recibir y albergar el embrión, como lo haría si se quedara embarazada de manera natural.
La extracción de la donante se realiza tres o cinco días antes de la inserción, después de fecundar los óvulos con semen de la pareja de la receptora en un medio especial del laboratorio.