Sí, fue una decisión consciente la de ser madre soltera por elección, esa es la conclusión a la que he llegado después de trece años y unos meses que nació mi primera hija, pero sí con un gran esfuerzo y trabajo a las espaldas. Y ahora, que parece fácil, sencillo e incluso me pregunto ¿cómo pude dudar tanto o tener tantos miedos?
Por Rosa Maestro @rmaestrom @Masola_Org
Los miedos son lógicos en una decisión de esta envergadura ya que cuando un hombre hace algo fuera de lo habitual, de lo que se ha establecido como estándar, se le define como “bohemio”, pero cuando es una mujer lo mínimo es definirla como “excéntrica” o “rara”. Así que las dudas o los temores se fueron sucediendo uno detrás de otro: ¿seré capaz de llevarlo yo sola?, ¿podré con mi única economía llevar una familia adelante?, ¿Y si me pasa algo?, ¿le afectará ser hija/o de un donante de esperma?, ¿se sentirá diferente por no formar parte de una familia clásica?, ¿nos discriminará la sociedad?
Así, un año tras otro, y una vez por semana de conversación con una psicóloga hasta que un 12 de octubre, viendo que el último intento de pareja tampoco llevaba un camino recto, decidí que era el momento de dejar de pensar y pedir cita para la que iba a ser mi primera Inseminación Artificial con Donante, IAD, que se llama en el mundo de la reproducción asistida.
Tu edad no es la más idónea me dijeron. Claro, pensé, me lo he pensado demasiado y si con el tiempo me arrepiento de algo es precisamente de eso, de habérmelo pensado tanto tiempo. Haremos cuatro intentos de IAD y sino tendremos que pasar a Fertilización in Vitro, FIV para los habituales a este mundo, continúo diciendo el ginecólogo…
De aquella conversación, de los tratamientos, de mi situación hormonal, de la permeabilidad de mis trompas….todo me era extrañísimo y la verdad es que entendí poco o nada. Lo único que me quedó claro es que mis posibilidades de un embarazo a la primera eran escasas y que me tenía que armar de paciencia, porque esa idea que tenía en mi cabeza, y que alimentan tanto las famosas que se quedan embarazadas casi entrando en los 50, de que la fertilidad en la mujer tiene su fecha de caducidad al final de la década de los 40 y ya entrando en la menopausia, era errónea.
Bueno, me dije, estamos en noviembre y seguro que hasta mayo o junio nada de nada, así que tomémoslo con calma y a por ello. Un 7 de noviembre de hace ahora casi catorce años, me sometí a mi primera IAD y por eso de asegurar, el 8 de noviembre, a la segunda. Sinceramente, tenía tan pocas esperanzas que fui como el que va a la peluquería, sin nervios, tranquila, casi, casi a relajarme un ratito, aunque para muchas esto les parezca casi imposible, y a los tres días decidí que nada mejor que unas vacaciones en Lanzarote.
Fue allí donde no dejaba de comer dulces y sobre todo dormir. “Hemos llegado a los Jameos del Agua”… me dijo el marido de una amiga. Y yo le contesté: “ya los vi en otro viaje así que os espero durmiendo en el coche que estoy que me muero de sueño”. A la hora de comer, preguntó, ¿Y tú que quieres de postre… tarta de queso, arroz con leche o helado? “Los tres contesté”.
El predictor que me habían dado en la clínica dio negativo… yo no vi ni de casualidad la tenue raya rosadita… “Un predictor de todo a cien, dijo el marido de mi amiga… tu estás embarazadísima y te lo dice uno que ha sufrido de cerca dos embarazos”.
Hasta que no aterrizaba en Madrid, no vi la raya rosa… Un día más tarde me lo confirmaban en la clínica…”Estás embarazada” y contra todo pronóstico… Claro que quiero aclarar que esto, a estas edades, ocurre pocas veces, que lo habitual es lo otro, lo que me comentó el ginecólogo. Y a lo que yo siempre digo que no fue la casualidad, sino la tranquilidad. Ojala me hubiese tomado todo en esta vida así.
Embarazada. Sí, embarazada… de un donante de esperma… Iba a ser Madre Sola por Elección, es decir, madre sin pareja porque así lo había decidido yo.