Hace cinco años le contaron a su círculo de amigos que iban a buscar el bebé por tratamientos de reproducción asistida; pasó el tiempo y ellos empezaron a tener negativos en las pruebas (primero con Inseminación Artificial y después con Fecundación In Vitro) mientras sus amigos se quedaban embarazados. A día de hoy, algunos de sus amigos ya tienen el segundo hijo y ellos siguen a cero.
También reconoce que ha tenido sus anécdotas con sus amigos, como por ejemplo esta: “Yo nunca he dejado de ir con ellos a comidas, cenas, salidas… pero sí que es cierto que en alguna ocasión me ha molestado alguna situación, como por ejemplo la que viví con una amiga; a ella no le gustaban los niños, pero como sus cuñadas y amigas tenían hijos, era lo que le tocaba. Después de ella haber tenido al bebé, o a las puertas de uno de mis tratamientos, me dijo: ‘No sabes lo bien que estás sin hijos, piénsate bien lo que quieres hacer’… Suerte que hablamos y se solucionó, porque no me gustó nada ese comentario”, nos relata.
A la hora de hablar de cuál ha sido su mayor apoyo, nos cuenta que su chico le ha ayudado muchísimo: “Al principio sí que me pegaba unos hartones de llorar considerables, pero él me hizo ver que ni mis lloros ni mis lamentos me resolverían el problema”.
Ahora se desvive por los bebés de dos parejas muy cercanas, “incuso uno es el ahijado de mi pareja”, añade. Esto demuestra que se puede superar ese rechazo inicial que a algun@s nos puede entrar con todo lo relacionado a compartir momentos con los hijos de los demás en nuestro entorno. “La mamá de otro bebé, hace poco me ‘obligó’ a bañar a su hija, vestirla y darle la cena (siempre me ha dado mucho respeto y nunca lo había hecho), y ¡reconozco que fue una pasada!”, admite orgullosa.
En cuanto a reconocer su problema delante de terceros, su postura era la de decir siempre que no querían tener niños, que estaban muy bien solos y que así vivían muy bien. Sin embargo, de hace un tiempo a esta parte, con el transcurso de los tratamientos y el paso de los años, ha habido una maduración de ideas: “Ahora no, supongo que me he hecho ‘mayor’ y no lo voy pregonando a los cuatro vientos, pero tampoco me cuesta decir que tenemos problemas”.
Además, nos contó una situación incómoda que le tocó vivir hace unos años, en su puesto de trabajo: “Una alumna me preguntaba hasta la saciedad por qué no tenía niños, hasta que ya la situación pudo más que yo y le dije que intentara tener más cuidado con ese tipo de preguntas, ya que no sabes nunca si a quien le preguntas no puede o no quiere… Se quedó dos segundos pensativa y me djo: ‘pues nada, los adoptas’”.
Situaciones como las que nos ha contado marietam nos siguen demostrando que es un tema peligroso a tratar y que falta mucho camino por recorrer para acabar con el tabú, falta dar mucha información a la sociedad, empezando por los más pequeños y continuando por los adultos, aunque cada vez más, poco a poco, se toma como algo más normal el tener problemas a la hora de conseguir embarazos; tenemos que tener en cuenta que, ante todo, el cuerpo humano no es una máquina.