El embarazo anembrionario también se conoce como huevo huero, y es un tipo bastante común de aborto espontáneo. De hecho, se piensa que en torno al 50% de las pérdidas en el primer trimestre se deben a este motivo.
El óvulo es fecundado correctamente y se implanta en la cavidad, pero el embrión no prospera y el saco gestacional está vacío. Sin embargo, como se producen los cambios hormonales correspondientes, el test de embarazo da positivo, y al principio se tienen los síntomas típicos de las primeras semanas de embarazo: naúseas, dolor de pecho, mucho cansancio…
Cómo detectarlo
Una vez pasadas las primeras semanas, los síntomas de embarazo disminuyen y generalmente se producen pequeños sangrados e incluso cólicos similares a los de la menstruación. Si ya se está en la sexta o séptima semana, en la ecografía se ve el saco gestacional sin embrión en su interior.
¿Por qué se produce?
Un aborto es una experiencia muy traumática, y ante esta situación muchas personas se culpabilizan y se preguntan qué han hecho mal. Pero no hay que martirizarse: el embarazo anembrionario se debe generalmente a anomalías cromosómicas, es decir, a una causa genética.
Tener un aborto anembrionario tampoco significa que sea imposible conseguir un embarazo sano: muchas mujeres lo consiguen al cabo de pocos meses. El problema viene cuando se tienen varios abortos seguidos, en ese caso sí que es necesario hacerse pruebas.