La infertilidad es un problema cada vez más frecuente en las sociedades desarrolladas. Sus consecuencias van más allá del hecho de la incapacidad para procrear, derivan en problemas psicológicos tanto para la persona que sufre esta disfunción como para su pareja. Se trata de una situación estresante que a menudo se asimila en secreto por miedo al rechazo de los demás, que pueden no llegar a entender el dolor que supone. La infertilidad suele provocar, en el hombre y en la mujer, un dolor vital que necesita de la ayuda de las personas del entorno para poder hacerle frente.
Tener un hijo es, para la mayoría de las personas, un deseo intrínseco a su naturaleza. Cuando, tras un año manteniendo relaciones regulares sin protección, no se consigue, se puede llegar a entrar en un estado de sorpresa, frustración y desconcierto que en muchos casos desemboca en una depresión. La creencia generalizada por todos de que cuando se intente tener un hijo se va a conseguir de forma fácil y natural (entendemos la pocreación como un proceso voluntario), ocasiona numerosos problemas en los infértiles: se autoevalúan como seres inferiores y tienen crisis profundas de autoestima por no poder complacer a su pareja y a ellos mismos con el hijo soñado.
En todos los casos la peor de las soluciones es el hermetismo. Cualquier problema se afronta mejor cuando es compartido, pero la infertilidad requiere de ello en mucha mayor medida puesto que repercute directamente en la pareja y en otros miembros de la familia: padres que desean tener nietos y no conocen la razón por la que no los consiguen, hermanos que quieren convertirse en tíos, etc. En este sentido, contar el caso a las personas del entorno es clave para que el mismo se normalice y pueda admitirse por todos mejor. Entender el dolor de la persona infértil es el primer paso para poder ayudarla.
El ajuste emocional con los que rodean a la persona que padece la infertilidad puede llevarse a cabo mediante sesiones de psicología comandadas por un profesional en la materia. Esto puede ser muy importante durante el proceso de fertilidad en la búsqueda del hijo deseado. El sentimiento de culpa, la afectación en la relación de pareja y en las relaciones sexuales y la posible ‘montaña rusa’ de sensaciones que se experimentan durante el tratamiento, sólo se podrán ver remediadas con la ayuda de profesionales y, ante todo, con el apoyo incondicional de los familiares y amigos del afectado.
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