Dentro del complejo mundo de las patologías que afectan al aparato reproductor femenino, una de las de mayor incidencia es sin duda la endometriosis, proceso degenerativo de imprevisible evolución caracterizado por que las células de la capa interna de la pared del útero invaden órganos y tejidos próximos, ocasionando adherencias que son causa de dolor, sangrado abundante y entre reglas y dificultad, cuando no imposibilidad, para quedar embarazada.
Se estima que afecta aproximadamente al 10% de las mujeres, con inclinación sobre el tramo de los 30-40 años y dándose curiosamente una mayor incidencia en mujeres de media-alta posición socioeconómica. Para entender bien su significado, haremos un somero repaso anatómico recordando que el útero o matriz es una víscera hueca cuya pared la forman tres capas:
- Perimetrio: la más externa y fina.
- Miometrio: capa intermedia de naturaleza muscular.
- Endometrio: capa interna dotada de glándulas constituida a su vez por una capa basal y otra funcional, que en cada menstruación se renueva.
Entre las posibles causas de endometriosis, no deben descartarse los antecedentes familiares, así como las llamadas “menstruaciones retrógradas”, que consisten en un reflujo de parte de la sangre de la regla a la cavidad abdominal a través de las trompas de Falopio. Otras hipótesis hacen referencia a anomalías del sistema inmunitario, incluso a la exposición a ciertos contaminantes ambientales.
¿Cómo saber con certeza si se tiene endometriosis?
Un dolor severo en la pelvis, similar al que rutinariamente se padece durante el periodo menstrual, acompañado de sangría menstrual llamativa y dolor coital deben hacer pensar seriamente en esa posibilidad.
La localización más diagnosticada es el ovario, donde tienden a producirse quistes en cuyo interior se acumula sangre oscura de aspecto similar al chocolate.
Otras lesiones que pueden manifestarse en este órgano son nódulos secos y especialmente adherencias, origen de los fuertes dolores que caracterizan esta enfermedad. Al margen del ovario, los ligamentos uterinos, la capa fina que tapiza el abdomen llamada peritoneo, la vagina y el recto son también zonas de reiterada afección. No obstante, se da con alguna frecuencia un tipo de endometriosis interna sin manifestaciones clínicas, en el que el crecimiento anómalo del endometrio queda entre las paredes del miometrio, que recordemos es la capa intermedia del útero.
El mecanismo de desencadenamiento de la endometriosis todavía esconde una buena dosis de incógnita, aunque es incontestable el papel jugado por una serie de factores de riesgo como edad, manifestación de ciclos de menos de 27 días y con sangrado muy duradero, haber sufrido intervenciones quirúrgicas en el útero y presencia de alteraciones genitales. En contrapartida, otros factores como el tabaquismo (que disminuye la fabricación de estrógenos), el ejercicio físico asiduo y el consumo de anticonceptivos orales se comportan como un freno al desarrollo de este problema ginecológico.
En aproximadamente una cuarta parte de los casos, cursa sin síntomas aparentes, correspondiéndose con lo que antes llamábamos endometriosis interna. En el resto de las situaciones son característicos:
- Dolor: síntoma más común. Localizado en el bajo vientre, suele presentarse durante la regla y en las relaciones sexuales (dispareunia) cuando hay afectación de vagina o recto.
- Alteraciones menstruales: ciclos de duración inferior a 28 días con sangrado más abundante y, en ocasiones, con hemorragias anárquicas entre periodos. Algunas mujeres tienen simplemente alterado el ciclo, sufriendo ligeras pérdidas espontáneas de sangre.
- Infertilidad, que suele asociarse a la endometriosis hasta el punto de estimarse que un tercio de las mujeres infértiles deben su trastorno a esta enfermedad. La causa estriba en las adherencias propias de la endometriosis y la secreción de sustancias químicas que bloquean la fecundación. Asimismo, la ovulación se ve obstaculizada de forma mecánica y por cuestiones hormonales.
En cuanto a síntomas puede hablarse de un cajón de sastre donde prevalecen dependiendo del órgano afectado. Así, una afectación de la vejiga urinaria incrementará la frecuencia urinaria con posible presencia de sangre. Si el órgano involucrado es el intestino, las manifestaciones serán las propias de un trastorno digestivo, diarrea, estreñimiento o dolor en la defecación, síntomas que en todo caso se acentúan durante la menstruación.
Todo diagnóstico de la endometriosis pasa por un exhaustivo examen físico, basado en una técnica de palpación consistente en explorar útero y ovarios con una mano en la tripa y otra en la vagina, de manera que cualquier masa localizada en un ovario, rugosidad en ligamentos uterinos o adherencias pueden detectarse fácilmente por un especialista experimentado. No obstante, para precisar el diagnóstico son necesarias algunas pruebas complementarias como:
- Ecografía, que permite visualizar quistes en ovarios.
- Resonancia magnética nuclear, para casos de endometriosis profunda o con implicación rectal.
- Laparoscopia: prueba que habitualmente resulta definitiva, que permite acceder visualmente por dos orificios al interior del abdomen y tomar muestras de tejido. Esta técnica puede cubrir simultáneamente dos objetivos, el descrito y la extirpación de las lesiones.
Dependiendo de las lesiones comprobadas y su extensión, la endometriosis admite una clasificación en cuatro estadios numerados de I a IV en orden creciente de gravedad.
Si bien está catalogada como enfermedad benigna, revela una tasa de recaídas del 5-20 %, y debemos estar atentos a posibles complicaciones que agravarían el pronóstico, como rotura del endometrioma, infección o transformación tumoral, algo esto último que ocurre en el 0,7% de los casos y a partir de los 40 años.
En cuanto a su tratamiento, debemos puntualizar que dependerá del grado de severidad, de su extensión y de las expectativas reproductivas de la paciente. En principio, los tratamientos se desglosan en aquellos dirigidos a combatir el dolor y los que tienen como objetivo evitar la infertilidad.
Entre los primeros, se incluyen:
- Hormonas usadas para tratar el dolor moderado como progesterona, píldoras anticonceptivas, danocrina y hormona liberadora de gonadotropina. La toma de anticonceptivos orales con estrógeno y progesterona durante medio año frena la mayoría de síntomas, no así las adherencias. Sus posibles efectos secundarios incluyen sofocaciones, sequedad vaginal y pérdida de calcio en los huesos.
- La cirugía es la mejor opción en endometriosis extensa, con dolor severo o en mujeres que no desean descendencia. Caben procedimientos quirúrgicos sencillos o cirugía mayor, pudiendo optarse por extirpar el útero, los ovarios, las trompas de Falopio o cualquier adherencia o implante de tejido procedente del endometrio. Y en lo que respecta a los dirigidos a combatir la infertilidad, puede hablarse de:
- Fertilización in vitro.
- Laparoscopia, con notable eficacia en mejora de la fertilidad. Conviene por último no olvidar las posibilidades que ofrece la homeopatía en el tratamiento de la endometriosis, no eliminando los síntomas sino restableciendo el equilibrio perdido como consecuencia de la enfermedad. Suelen utilizarse preparados a base de Viburnum opulus, Sepia oficinallis, Platina y Pulsatilla.
Fuente: lainfertilidad.com