La primera vez que mi marido y yo pusimos los pies en una consulta de fertilidad fue en el año 2003, en un hospital de la Seguridad Social.
Tras todas las pruebas que normalmente se hacen en un principio el diagnóstico fue que debido a la baja calidad del semen necesitábamos hacer un tratamiento de ICSI para conseguir un embarazo. Yo además también tenía ovario poliquístico pero en comparación con el diagnóstico masculino, solo era algo anecdótico.
Era febrero de 2004 y no había tantos hospitales dela SSen los que hicieran ICSI, aunque justo en el que estábamos sí que lo hacían, el problema era “la lista de espera”. En ese momento nos ofrecieron hacer FIV con donante o ICSI conyugal pero mientras quela FIVcon donante era inmediata, parala ICSIhabría que esperar y la lista era de más o menos un año. Decidimos que esperábamos para hacer el tratamiento con ICSI.
Entre tanto nosotros tomamos la decisión de que nuestras vidas profesionales fueran lo que realmente queríamos y así nos dedicamos a iniciar un negocio y con él un cambio de residencia.
El año de espera se convirtió en casi tres y cuando por fin nos llamaron no podíamos hacer el tratamiento porque acabamos de poner en marcha nuestra empresa, así que pedimos que “por favor” nos dejaran un añito más esperando y en un año empezábamos.
Nuestra sorpresa fue enorme cuando un par de meses después nos volvieron a llamar en plan ultimátum: “Si no lo hacéis ahora, se os borra de la lista de espera”. Ese no era un buen momento y decidimos, con bastante frustración por mi parte, dejarlo pasar y casi renunciar a la maternidad, porque en nuestra situación económica no era fácil iniciar tratamientos “por lo privado”.
Hay un proverbio que dice que cuando “una puerta se cierra se abre una ventana” y algo así fue lo que nos ocurrió cuando en verano de 2008 yo acudí al servicio de ginecología de un hospital dela SS(distinto del que habíamos estado en lista de espera) para una revisión. Allí me sentí fatal y me puse a llorar en la consulta cuando la simpática doctora que me atendió me preguntó si tenía hijos para hacerme la historia. Le conté lo que nos había pasado, que habíamos tenido que renunciar al tratamiento, que ahora con un negocio recién abierto no podíamos pagar tratamientos privados y que además en el otro hospital ya nos dijeron que nos olvidásemos si renunciábamos; ese era nuestro hospital de referencia por lo que teníamos claro que no nos admitirían en otro hospital dela SS, así que mi respuesta fue tajante: “ni tengo ni hijos ni probablemente los tenga”.
La enfermera sonrió… y yo me quedé perpleja porque me parecía mentira que tuviera lo que yo consideraba tan poco tacto.La Dra.me preguntó si realmente queríamos ser padres… le dijimos que sí, pero que no teníamos posibilidades, entre el dinero y que nuestro hospital no nos admitiría de nuevo, etc.
Entonces nos dijo que lo pensásemos y que si queríamos empezar que pidiéramos cita para después de verano en la consulta de fertilidad, porque ella trabajaba en esa unidad y casualmente ese día había bajado a las consultas de ginecología porque tenía que suplir al médico con el que me habían citado porque no había ido a trabajar. Además por cuestión de política del hospital, de la misma forma que los familiares de los empleados eran admitidos a las consultas (y por eso yo iba), incluía que se podía acceder a todas las especialidades del hospital, incluida la consulta de reproducción, por supuesto con las mismas condiciones y esperas que todos los pacientes.
Dicho y hecho… lo pensamos. Realmente yo lo pensé en un segundo… mi marido un poco más porque ya casi se había hecho a la idea de que no seríamos padres. Decidimos citarnos y en septiembre fuimos a la consulta de fertilidad con nuestros informes previos del otro centro.
Nos repitieron las pruebas necesarias y nos dijeron que en enero empezarían a hacer FIV/ICSI porque hasta entonces solo hacían IA y les estaban terminando un laboratorio nuevo y que estaríamos cinco ó seis meses esperando porque ya había una pequeña lista de espera.
Nos llamaron para empezar en agosto-septiembre de 2009. Pero justo cuando tenía que empezar se me enquistó un folículo y no hubo manera de deshacerse de él hasta enero de 2010, cuando por fin empezamos nuestra primera ICSI.
Conseguimos cuatro embriones y ni de los frescos ni de los congelados conseguimos embarazo.
Me quedé hecha polvo, porque realmente como el problema severo era de origen masculino me había hecho a la idea de que lo conseguiríamos a la primera. Además de reponer fuerzas también me dediqué a perder algunos kilos de peso y así volvimos a iniciar el segundo ciclo de ICSI en octubre de 2010.
En el segundo ciclo, con los dos primeros embriones que me transfirieron conseguí hiperestimulación y un embarazo
En este ciclo la respuesta fue mejor, porque ya teníamos la experiencia de cómo respondía mi cuerpo a los medicamentos de la estimulación y así me ajustaron dosis desde el principio. Así, conseguimos ocho embriones y con los dos primeros que me transfirieron conseguí hiperestimulación y un embarazo.
Me seguían casi a diario por la hiperestimulación y pronto remitió, de manera que mi vida nunca corrió ningún peligro porque en ningún momento fue grave.
Las navidades de 2010-2011 las vivimos montados en una nube, todo fueron brindis y buenos deseos para nuestro futuro bebé y así entramos en 2011, sin saber la dureza de lo que nos iba a tocar vivir
El miércoles 12 de enero de 2011 tenía cita para la ecografía de las 12 semanas. Mi marido estaba algo nervioso, yo en absoluto. Pensé que todo lo malo había pasado ya, incluso la hiperestimulación ya era casi algo anecdótico y ni un solo día había tenido pérdidas o manchados, así que estaba feliz y contenta. Además me habían hecho un montón de ecografías, así que yo pensaba que si algo pasase ya nos hubiéramos enterado.
El resultado de la ecografía era desastroso
Finalmente nuestro embarazo acabó el sábado 15 de enero de 2011 tras una IVE (Interrupción Voluntaria de Embarazo) porque el viernes 14 nos confirmaron que nuestro bebé tenía Síndrome de Edwards (trisomía del cromosoma 18).
Esta experiencia del aborto fue lo más duro que me ha tocado vivir en mi vida. Unos meses después publiqué un post en el foro de Abortos, que titulé “Aborto voluntario pero no deseado, la experiencia más traumática de mi vida” (haz click en el enlace para leer la historia completa del aborto) y que aún está activo.
·····
A partir del aborto (y cuando pude remontar cabeza) empezamos con las transferencias de los embriones restantes congelados, pero tras realizar las tres transferencias que nos pudieron hacer, seguía sin conseguir el embarazo.
Así, llegamos a septiembre de 2011 y me planté un poco para pedir que me hicieran pruebas más específicas sobre fallos de implantación. En teoría me hicieron pruebas completas de hematología e inmunología y todo estaba bien excepto que los anticuerpos anticardiolipinas fueron positivos, pero había que esperar un par de meses para repetirlos y confirmarlos. Cuando se repitieron fueron negativos, así que de nuevo en teoría, todo estaba bien.
Me planté con el tratamiento, y dediqué muchas horas a investigar y leer informaciones sobre fallos de implantación y sus causas y además hice caso a mi cuerpo y a mi historia médica familiar
En febrero de 2012 empecé un nuevo ciclo de ICSI (ya la tercera). Conseguimos seis embriones. De los dos primeros que me transfirieron en fresco, tampoco conseguí embarazo.
Con este negativo ya empecé a pisar sobre arenas movedizas, porque yo intuía que algo no iba bien, pero en el hospital me habían mirado analíticas de inmunología y me habían derivado a hematología y todo en teoría, estaba bien.
Me planté con el tratamiento, y dediqué muchas horas a investigar y leer informaciones sobre fallos de implantación y sus causas y además hice caso a mi cuerpo y a mi historia médica familiar. Yo intuía que los problemas venían de coagulación aunque los perfiles analíticos estaban bien.
Decidí entonces acudir a la consulta de un prestigioso hematólogo en un prestigio hospital. Mi sorpresa fue que sinceramente me dijo que no tenía ni idea de qué cosas mirar, así que me hice esas analíticas que me mandó un poco a bulto pero gracias a AGOMCAL (compañera de este foro y a la que siempre la estaré eternamente agradecida) y a sus referencias localicé un hematólogo especializado en Madrid y acudí a él, el Dr. Fariñas.
De forma paralela también, pedí cita con la inmunóloga Dra. Sanchez Ramón y entre ambos llegaron a la conclusión de que tenía cosas que no estaban del todo bien. Había trombofilias por mutación genética, desajustes de las hormonas tiroides que, aunque no eran graves, tampoco eran correctos para embarazarse, etc.
El 13 de junio de 2012 me transfirieron dos embriones de los cuatro congelados que me quedaban, tratándome ya con los añadidos que me incluyeron el hematólogo y la inmunóloga (anticoagulantes y hormonas tiroideas, vitaminas concretas para paliar los efectos de mi mutación genética, etc.) y de forma milagrosa el 25 de junio, el día del cumpleaños de mi marido, tuvimos el ansiado positivo. ¡Volvíamos a estar embarazados! Además, de entrada se habían implantado los dos embriones que me habían transferido, aunque solo uno de ellos llegó a tener latido, por lo que creo que no hablamos de casualidades, estaba claro que mi tratamiento no era completo, le faltaba algo y en el momento en que se completó, el embarazo se ha conseguido.
Es básico tener información y conocimiento de qué nos están haciendo
Por otra parte, inicié un post dentro del foro de FIV que se llama “Negativos por repetición”. Mi idea ha sido recopilar los pasos a seguir en caso de que la lista de negativos avance y el médico que lleve el tratamiento no tenga mucha iniciativa sobre qué cosas mirar para ver que está fallando. Es básico tener información y conocimiento de qué nos están haciendo. Tanto si el tratamiento es porla SS como si es por una clínica privada tenemos derecho a tener información y a intervenir en la toma de decisiones. No podemos dejar solo en sus manos nuestro tratamiento porque de él depende nuestra vida futura y si seremos o no padres. Esto es algo muy distinto de confiar o no en nuestro médico, que por supuesto debemos hacer porque si no el resultado no puede ser bueno.
·····
A día de hoy, viernes 14 de septiembre de 2012, mientras escribo esto, estoy embarazada de 15+5. El embarazo va perfectamente y nuestro niño, porque está confirmado que es un nene, se llamará Amado.
Cuando pasamos por la terrible experiencia de afrontar que nuestro anterior bebé estaba gravemente afectado por una trisomía, yo casi me juré a mi misma que si volvía a haber un embarazo me haría la amniocentesis porque necesitaría la garantía de que todo estaba bien. Cuando ha llegado el momento y me han hecho la ecografía de las 12 semanas, todo estaba perfecto y el riesgo de problemas cromosómicos ha salido bajo, así que en contra de todo pronóstico hemos decidido no hacer la amniocentesis porque no queríamos poner en riesgo el embarazo que tanto nos ha costado conseguir por un ataque de miedo. Estamos contentos, ilusionados y tranquilos porque sabemos que estamos en las mejores manos.
Todo este tiempo ha sido un proceso de aprendizaje enorme y con eso es con lo que me quedo:
- Lo primero es que la persona que más debe luchar por aquello que quiere eres tú misma. Estoy encantada con mis ginecólogas que me han hecho el tratamiento. Hubo momentos en que me revelé porque pensaba que me podían mirar más cosas y no lo hacían por lo que tuve que buscar un poco la forma de hacerlo por mi cuenta y conseguí las respuestas a mi problema. Después me he dado cuenta que no, que la vida a veces es como es y que nadie debe tener más empeño que nosotros mismos en nuestras cosas y si lo haces así, al final lo consigues. Y si no lo consigues al menos consigues la tranquilidad de haber dado tu 100% por aquello que querías. Desgraciadamente en fertilidad queda mucho por avanzar y todos los casos complicados que conozco al final han requerido que sea la pareja quien tome la iniciativa, porque no conozco centros médicos o privados que tengan actualmente la iniciativa de buscar causas de infertilidad más allá de las ginecológicas o urológicas, así que de momento se necesita mucha dedicación por parte de la pareja aunque poco a poco probablemente cambien las cosas y no sea necesario luchar tanto cuando se empiezan a acumular negativos porque los propios centros de forma voluntaria te recomienden buscar otras causas como origen de infertilidad.
- Es cierto que de forma muy genérica siempre se oye eso que de todo lo malo sale algo bueno y a mí no dejaba de parecerme un planteamiento muy utópico. En un curso de inteligencia emocional que realicé después dela IVEporque no levantaba cabeza y no quería empezar tratamiento farmacológico porque eso me impediría seguir con los tratamientos de fertilidad, la persona que impartía el curso me dijo “las maldiciones de hoy pueden ser las bendiciones de mañana” y me pareció casi algo frívolo cuando intentaba aplicarlo a la dura experiencia que nos había tocado vivir. Después del tiempo pasado, veo que debido a lo que nos tocó vivir, nuestra madurez se ha multiplicado de manera espectacular. Y esa madurez abarca todos los sentidos de nuestra vida, incluido el que tanto mi marido como yo sepamos que desde luego hoy somos mucho mejores padres de lo que pudimos serlo hace un año y medio. Esa dura experiencia ha servido para que seamos mucho más conscientes de lo que queremos ofrecer a nuestro hijo. Y el grado de madurez que hemos alcanzado como padres nos ha llevado a eliminar todas las restricciones que teníamos inicialmente en algunas técnicas utilizadas en los tratamientos. Que queríamos ser padres estaba claro, así que no seríamos nosotros los que pusiéramos trabas y antes de la última transferencia en la que afortunadamente nos hemos quedado embarazados, ya habíamos decidido que si había que iniciar un nuevo ciclo porque nos quedásemos sin embriones, estaríamos abiertos 100% a todas las posibilidades, sin importarnos donación de gametos o de embriones y que sólo decidiríamos en función de lo que los profesionales médicos nos dijesen que sería más efectivo en nuestro caso. No nos damos cuenta pero muchas veces estamos empeñados en seguir por caminos que vemos que no nos dan frutos y hay que ser flexible y reconducir el camino.
Sin lugar a dudas, la bendición del mañana (que en este caso es hoy) es que todo esto nos ha hecho más maduros, más fuertes y tener más claras las cosas que verdaderamente queremos.