Cada vez es mayor el número de vacas, ovejas, cerdos y aves son criados en granjas industrializadas. Al ingerir la carne de estos animales, las hormonas que les fueron suministradas pasan al flujo sanguíneo humano haciendo estragos en nuestro sistema endocrino.
Otra razón por la que se debe evitar el consumo de cualquier tipo de carne, incluso la orgánica, es que acumulan grasas saturadas. El exceso de grasas por ingesta de grasa animal puede conducir a elevados niveles de estrógeno.
La obesidad puede causar infertilidad en las mujeres. Incluso los animales criados orgánicamente, pueden haber sido alimentados con pastos expuestas a la polución, en particular, pastos con dioxinas, producto de varios procesos de fabricación industrial.
Estos químicos tóxicos no se disuelven en agua, por lo tanto, se encuentran en pequeñas cantidades en plantas, pero al ser solubles en grasas, tienden a acumularse en las grasas de los animales. Las dioxinas están vinculadas con un bajo recuento de espermatozoides en hombres y en la falta de ovulación en las mujeres, así como también con la endometriosis y los abortos.