Por que le pedía a Silvia su testimonio
Hace unos días le pedí un favor, que me contara, que os contara, qué había supuesto vivir este proceso, desde otro prisma, no desde el objetivo de la infertilidad, no desde la mirada una mujer que le está costando tener hijos (ella es madre desde hace años), me interesaba mucho saber su opinión del proceso del que formamos parte.
Necesitaba saber cómo vive una mujer que no ha sufrido la infertilidad, las emociones de otras muchas que sí la están sufriendo, o la han sufrido. Y Silvia, me ha regalado unas palabras para vosotras, pero también para vosotros….
Siempre hablo en femenino porque el 95% de las que me leen y participan son mujeres, pero sé que también hay hombres, ahí agazapados, en la sombra, que me siguen y que me entienden…. Esos hombres que muchas veces son hombros (curioso juego de palabras… hombre-hombro), y digo que son hombros porque en muchos casos ellos, así lo consideran, creen que no pueden romperse, que tienen que estar impertérritos ante la adversidad, porque tienen que ser el hombro para su pareja…. Pero esto es otro tema, que me lío…
El camino de la infertilidad
Hoy, este post, va dedicado a los y las valientes, a todo aquel que está transitando el camino de la infertilidad… y como siempre, con la esperanza de que os SIRVA, de que os haga reflexionar, de que nos haga crecer y expandirnos… porque una no solo se expande teniendo un hijo….
Os dejo con mi maga particular:
“Cada historia y la manera de vivirla es única e irrepetible.” Eso es incuestionable. Ahí la singularidad de cada historia, teñida de la diversidad de colores de las emociones. Las cosas que nos ocurren no son en blanco y negro, sino que hay toda una escala de grises entre un extremo y otro. Dicen que el negro es la ausencia de luz. ¿Entonces cuando vemos nuestra realidad negra, ¿falta la luz? Y cuándo penetra un rayo de sol nuestro cielo gris, ¿se ilumina la esperanza?
La ilustración tan oscura de Toñi inerte en el fondo de su pozo de desolación, bañada en lágrimas (páginas 46 y 47 del libro “La (in)fertilidad del alma”), fue su tocar fondo.
A pesar de haberla mirado incontables veces, aún no deja de impactarme. Desde ahí una solo puede resurgir… desde el soplo de nuestro llanto. Ese mismo soplo humano que te puede quitar la vida de golpe. O el primer soplo humano de un bebé en el vacío del laboratorio, que puede unir dos células microscópicas para crear una vida… o no crearla (págs. 27-28). El poder de un mero soplo. Imponente. Vida y Muerte.
Tras meses juntas Toñi, Gabi, y yo, ellas contándome su historia, la amistad y la confianza forjada entre las tres se hacía más profunda, y lograba adentrarme en ellas cada vez más. Sentía que cumplía el reto que me había propuesto de penetrar sus almas para entenderlas desde dentro. Sin juicios. Sin miedos. Sin barreras.
Las tres nos habíamos unido en la experiencia sanadora inherente al compartir, al verse reflejadas una en otra, al escuchar y sentir cómo otra mujer ha vivido las experiencias más duras de su vida. Y cómo ha vencido la parálisis del miedo, rompiendo las ataduras que impedían dar el salto –cada una con sus propias vivencias– para volar otra vez. Lo que una no se imagina es posible cuando está inmersa en lágrimas, o desilusionada, o enfadada con el mundo y todos los que la rodean, y pensando que la vida es injusta, en el ¿cómo voy a salir de esta?
No estás sola.
Nuestra sintonía llegó a tal extremo que nos entendíamos con una mirada. Terminábamos las frases la una a la otra, intuíamos lo que la otra pensaba, sentíamos lo que la otra sentía. Como éramos tres, nuestros ánimos variaban y nos podíamos apoyar, siempre había una con la energía más elevada para tirar de las otras en sus momentos bajos.
Pero me di cuenta que lo primordial, lo que nos unía en los momentos difíciles, incluso lo que impidió darnos por vencidas cuando afrontábamos obstáculos (¡fueron muchos!) en el camino, fue nuestro respeto y admiración mutua, y el firme convencimiento que el contar sus historias iba a ayudar a otras personas que atravesaban las mismas emociones, fuesen cuales fuesen las circunstancias, ahí lo impactante de verse reflejado en el otro aunque su historia sea diferente. Las emociones nos unen.
Un proyecto de esta naturaleza no se lleva a cabo sin confianza plena, porque una revela y revive su dolor más grande ante extraños.
Cuando llegó el día en el cual me propusieron incluir testimonios de sus paZientes (personas que buscan paz), ¡no cabía en mí de la ilusión! Se ampliaba el círculo, se abría la energía a las personas a las cuales dedicaban su vida Toñi y Gabi.
Aunque mi contacto con las PaZientes fuese apenas un momento fugaz en su experiencia con PsicoFertilidad Natural, para mí simbolizaba el dar la vuelta entera al círculo: la bióloga-embrióloga, la psicoterapeuta, y la/el paZiente. Qué oportunidad me brindaba la Vida….
Un regalo inesperado. Ya no pensaba que mi sueño-proyecto de adentrarme en la intimidad era una osadía-locura, sino que sentía que esto era muy grande. Afectaba a muchísimas personas más. Las palabras iban a poder impactar a otras personas viviendo su (in)fertilidad, que se atrevían a mirarse hacia dentro, dejaban sentir con su cuerpo, mente y alma. Como la gota de lluvia que cae sobre un cuerpo de agua tranquilo, las ondas se expandían para abarcarlo todo… ellas, compartiendo sus testimonios, iban a tocar a tantas mujeres y parejas más….
Este proyecto tiene un corazón latiendo que lo mantiene vivo, no son meras palabras (negro sobre blanco, tinta sobre papel), sino emociones, calor, esperanza.
Ellas. Valientes. También iban a revelarme su dolor más grande. Lo viví con los nervios habituales de afrontar lo desconocido, sintiendo un profundísimo respeto por las Valientes, y un Valiente, que iban a contarme su historia. Que fuese con nombre propio o desde el anonimato, se abrían ante mí por su gratitud hacia Toñi o Gabi o a ambas, y por la confianza que habían depositado en ellas. Yo era una desconocida, pero ahí conocí el poder de la confianza. Confiaron en mi porque confiaban en PsicoFertilidad Natural.
Hablaría con las PaZientes, cada una en un punto de esa polaridad entre la oscuridad y la luz, con sus matices grises. Conocí un espectro amplio de colores. Unas estaban rotas de dolor y agotadas por sus luchas infructuosas, otras habían perdido la esperanza de cumplir sus sueños, algunas frustradas con los resultados que no eran los que querían, otras decepcionadas con los demás o consigo mismas, algunas sentían culpabilidad por no quedarse embarazadas, aquellas con ira contra los diagnósticos “por causa desconocida”, éstas en tensión por el tic-tac incesante del reloj biológico, alguna con tristeza por no ver salida, todas aliviadas al sentirse realmente acompañadas, algunas con remordimiento por los pensamientos que se les cruzaban por la cabeza, unas con hostilidad por sentirse víctimas de unas circunstancias injustas, otras llegaron a aceptar que justamente esas circunstancias les revelaban un significado tremendo, todas empezaban con algo de incomprensión ante lo desconocido (PsicoFertilidad Natural es taaaaan diferente),.
Algunas rebosaban desamparo al sentirse desprotegidas, soledad al vivir su experiencia en aislamiento, fuese por salvaguardar su intimidad o por sentirse incomprendidas, euforia al conseguir el embarazo tan deseado o realmente entender por qué les ocurría a ellas/ellos lo que vivían, envidiosas de las barrigas ajenas paseándose ajenas a su envidia, ansiosas por realizar un sueño, ilusión por haber dado con Toñi y Gabi…
¿Pero sabéis qué? TODAS reflejaron gratitud. GRATITUD en mayúsculas. Agradecidas por haber sido valientes, mirándose a sí mismas en lugar de responsabilizar a los demás de sus vivencias. Porque asumiendo la responsabilidad de uno mismo es como uno puede asumir las consecuencias –sean las que sean– de sus actos, pensamientos y sentimientos. Recuperar su energía y lograr la coherencia entre su conducta, creencias y emociones. Y para esto están Toñi y Gabi acompañando a sus paZientes, en búsqueda de la paZ.
Gracias a la oportunidad de recopilar sus testimonios, cerré el círculo. Pude sentir el alma de PsicoFertilidad Natural. Porque cada persona es única e irrepetible, sus voces juntas compusieron una melodía singular. Tuvimos citas de todas las formas: por teléfono, por Skype, en persona. Unas enviaron cartas…. Algunas eran de pocas palabras que calaban hondo. Con otras tuve varias citas de tanto que querían contar. Unas pensaban que no sabían escribir, pero realmente eran poetas cuando abrían la boca. Otras guardaban su intimidad celosamente y querían permanecer en el anonimato, pero estaban convencidas que su historia ayudaría a otras y decían mucho con la mirada.
Fue un gran honor vivir esta experiencia con ellas, y doy las gracias a cada una de ellas por estar dispuestas a compartir sus vivencias. Únicas e irrepetibles. Todas Valientes.”
Gracias Silvi, porque como siempre llegas al alma, sabes “tocar” con tus palabras, con unas simples palabras, verdad, algo “a priori” tan sencillo….haces que nos sintamos únicas e irrepetibles, poderosas, diosas… gracias porque sin ti este libro nunca hubiera sido posible, gracias por ser la matrona de mi “bebé”.