En muchas ocasiones la solución al problema de infertilidad es más simple, económico y obvio. Está demostrado que mantener un peso ideal es vital para incrementar las posibilidades de éxito en la búsqueda del embarazo.
Perder unos kilos o ganarlos puede llegar a ser la única solución para concebir. Sobre todo en las mujeres.
La grasa acumulada en tus muslos, caderas o abdomen no sólo sirve para que estés descontenta con tu imagen. Esta grasa es metabólicamente activa. Las células grasas de tu cuerpo se comunican con él a través de las hormonas leptina e insulina diariamente. De esta forma, tu cerebro sabe cuánto se ha acumulado y qué cantidad es capaz de reemplazar por nutrientes y así mantener un embarazo o dar el pecho a un bebé.
La hormona grelina se segrega a través de las paredes del estómago y es la responsable de comunicarse con el cerebro para iniciar la liberación de la hormona del crecimiento y estimular el apetito.
El cuerpo monitoriza el peso y sabe que si no hay grasa suficiente para llevar a cabo un embarazo, no será factible la concepción.
Debes fijarte en tu Índice de Masa Corporal (IMC) para saber si tu cuerpo está dentro de los límites óptimos. Puedes calcularlo facilmente dividiendo tu peso por el cuadrado de tu altura en metros. Puedes encontrar una utilidad en esta web.
Un IMC de entre 20 y 24 en mujeres es lo óptimo para lograr un embarazo. Si estás entre 25 y 27 las posibilidades se pueden ver reducidas. En el caso que tu IMC esté entre 17 y 19, las probabilidades de ser sub-fértiles se acentúan si tu periodo sea irregular o ausente. En este caso, aumentando unos kilos de peso para alcanzar el IMC de 20, las posibilidades aumentan significativamente. Si tu IMC supera el 28, tienes un riesgo importante de ser infertil.
El sobrepeso y la fertilidad