El otro día encontré esta publicación… ¿qué os parece?
Hola, soy María Peña, psicóloga sanitaria y colaboradora de ASPROIN.
En esta entrada me gustaría hablar de la culpabilidad. Es un sentimiento frecuentemente recurrente cuando se dan problemas de fertilidad. Igual que los sentimientos de envidia, de los que hablé en una entrada anterior.
Existe una expresión que dice que alguien está “cargando con la culpa sobre la espalda”. Tiene que ver con la postura corporal que se adopta, en el que el cuerpo se contrae, se siente más pesado, con la cabeza baja y la espalda curva. No obstante, la culpa es una emoción secundaria, en la que intervienen los pensamientos. Por ejemplo: “si hubiera acudido antes a las revisiones ginecológicas me hubieran detectado antes el problema”.
La culpa nos sitúa en el pasado, sobre situaciones que no se pueden cambiar. Como: “teníamos que haber empezado antes a buscar hijos”. La actitud hacia el pasado, no implica renunciar a lo que ocurrió, ni dejarnos influir por circunstancias que nos dolieron, ya que, éstas se adueñarán de nuestra mente y mermarán la libertad.
Sentirse culpable supone un enorme desgaste de energía, que lleva a la persona a inmovilizarse, es decir, dejar de actuar. Muchas veces, uno puede castigarse y autosabotearse, como “he perdido mucho tiempo que no puedo recuperar, ¿para qué intentarlo?”. Esto lleva a un círculo vicioso en el que uno se critica a si mismo por algo que no hizo, se siente culpable, se retrae y ya no hace nada. Esto es muy negativo para quien se siente culpable, porque la energía que podría utilizar para dedicarla en su presente, la invierte en situaciones del pasado. No obstante, para quien lo está viviendo parece beneficioso, porque frente a una situación presente que produce miedo, se inmoviliza y refugia en el pasado. Esto resulta más fácil que empezar a actuar en el presente, cuidando su miedo a actuar en ese momento.
La culpa es uno de los síntomas que aparecen en la sintomatología ansiosa o depresiva. Junto con la rabia y la tristeza, que es un sentimiento conectado con el pasado. Poco a poco, se puede ir desarrollando una autopercepción negativa. Por ejemplo, diciéndose “no valgo para nada”, “soy una vieja”, o “no estuve atenta a mi reloj biológico”. Cuando alguien se siente culpable, trata de darle una explicación a lo que está ocurriendo con tintes de culpa. Por ejemplo, “lo que está ocurriendo ahora, es un castigo por haber abortado hace años, o por estar tomándome la píldora anticonceptiva”.
Cabe decir que, la percepción de los recuerdos es diferente cuando una persona está feliz o no. Las personas felices, recuerdan más sucesos buenos de los que realmente sucedieron, olvidando más rápidamente los malos. En cambio, las personas depresivas, son más precisas en ambos sentidos, así como son más ecuánimes en la valoración de éxito y fracaso. También tenderán a recordar hechos congruentes con su estado de ánimo y las decisiones que tomaron, aunque ciertamente no estén relacionadas. Como, no darle importancia a situaciones que influyeron en el retraso en la búsqueda de tener hijos, como la estabilidad laboral.
Además, también es frecuente el deterioro en las relaciones de pareja. El miembro con problemas de infertilidad, se siente culpable por no darle un hijo a la persona que más quiere, sintiéndose poco merecedora de su amor y planteándose que sería más feliz con una persona que si pudiera darle hijos. El miembro sin problemas detectados, puede llegar a sentirse culpable por no sentirse involucrado en la relación, o incluso pensar que no eligió bien a su pareja.
Es relevante trabajar sobre estos sentimientos de culpa, ya que mientras existan, la persona no puede seguir con su duelo o pérdida. Tenderá a sentirse poco merecedora de una vida nueva, y lo compensará con su propio sufrimiento. Es importante analizar qué estamos sintiendo. Realmente, la culpa implica responsabilidad y está relacionada con la voluntariedad. Nadie decide tener una enfermedad. Es algo sobrevenido. La culpabilidad también implica una relación causa-efecto. Yo hago algo, entonces pasa algo. Podría tratarse de hechos que no están relacionados o que no pudieron evitarse. Puede ser útil reflexionar preguntándose ¿podía haber controlado la situación?, ¿era algo en lo que podía decidir?, realmente ¿podía haber actuado de otra forma?
También es útil trabajar con nuestras creencias internas, que son los pilares sobre los que orientamos y construimos nuestro mundo. Muchas veces, las hemos interiorizado en la infancia. Las creencias relativas y no absolutas. Éstas pueden estar distorsionadas, y hacernos daño. Por ejemplo, en muchas mujeres, el sentido de la maternidad cultural y socialmente puede ser más prioritario. En este caso, lo entienden como una necesidad para sentirse plenamente realizadas, y si no se consigue, sufren sentimientos de vacío, inferioridad o inutilidad. Para muchos hombres, socialmente tener hijos suele relacionarse con virilidad o potencia sexual (aunque no tenga nada que ver) y cuando se les diagnostica de algún problema, su autoestima puede verse mermada.
Muchas de estas creencias disfuncionales vienen en forma de deberías. Como “para todo el mundo debería ser fácil tener hijos”. O “debería satisfacer las necesidades de los demás”.
Existen factores que complican la experiencia de librarse de estos sentimientos de culpa. Por ejemplo, por personalidad, o por creencias muy enquistadas. Esto conlleva un malestar que dificulta la reconstrucción de la vida y minimiza la actividad.
En consulta psicológica hay técnicas específicas para trabajar la culpa, como la reestructuración cognitiva, la imaginación racional emotiva y la refutación de ideas. Un buen paso para salir del círculo, puede ser pedir ayuda psicológica. Un saludo, y hasta la próxima!
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