Total que la pobre lámpara acabó en un contendor, de ricos, pero un contenedor, sin rumbo ni destino ninguno. Una gran mancha de sudor caía por la frente del preciado tesoro, que sería de ella???
(me puedo apuntar, que la historia me parece fantástica)
que aunque estaba muy abollado y deslucido, le recordó a aquella lámpara mágica que estaba dibujada en los cuentos que leía de niño y pensó en llevarla a su casa y regalársela a su mujer que estaba muy triste por….
El pobre camionero, con toda la ilusión del mundo (y desconociendo que su mujer había tenido y había perdido a su amante jardinero), le dio la abollada y deslustrada lámpara a su mujer. Pero ésta…
Se puso a llorar desconsoladamente nada más verla….le recordaba….le recordaba….la regadora de su tan amado jardinero que la había dejad abandonada!!!!! no tenía consuelo ninguno, el marido quedó perplejo y pensó…..
– Pero, pero, pero ¿quién co…nes eres tú?, dijo el camionero echándose para atrás del santo susto que se llevó.
– Yo soy el Genio de la lámpara, ¿es que no me reconoces???, dijo con un dolor de cabeza y unas náuseas impresionantes por la resaca. ¡¡Ron, necesito ron!!, repitió.
Lo siento tío, yo voy de tila, pero quiero que cumplas tu promesa de darme un deseo y si te portas bien te daré un chupito de ron, pero sólo un chupito… eh????