En la vida aquel que no experimenta, al final se queda varado en un mar de deseos que al final, pasan factura a nuestro organismo, como también a nuestra cabeza. Esto es algo que teníamos claro tanto mi marido y yo cuando supimos que no íbamos a poder tener niños, que no había ninguna manera, tan solo el adoptarlo, algo que, quizás en un futuro lo haríamos, pero que a día de hoy no lo tenemos pensado, quizás porque nos cuesta mucho pensar que puede que sea nuestro. Por ahora nos estamos centrando en nosotros, en vivir la vida como nos gusta, teniendo las relaciones y citas como más nos interesan, ya que al final, es lo que uno se va a llevar a la tumba, todos esos buenos recuerdos.
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