Hola Cristina:

Si lees mi historial, verás que el año pasado pasé por un aborto tras mi primera FIV y el análisis de anatomía patológica de los restos abortivos tras el legrado decía que había la posibilidad de que hubiera sido una mola (embarazo canceroso). Pasé por los controles posteriores de la beta y todo perfecto. Al final la oncóloga determinó que no había sido una mola y me dio el alta. Pero claro, el alta física, porque a ver quién daba de alta mis nervios tras esa experiencia: busco un embarazo y me encuentro con la palabra cáncer delante de mí.

La cuestión es que ahora estoy embarazada del congelado que quedó en esa primera FIV. La transferencia fue el 10 de julio y se ve un saco de 15 mm a día de ayer (pero no embrión). Y desde el 1 de agosto estoy manchando exactamente igual que la otra vez. La única diferencia es que la vez anterior comencé a manchar al décimo día post-transfer y esta vez ha sido al vigésimo segundo día.

He ido a urgencias y me han dicho que los sangrados pueden ser normales, que tengo que esperar a que se vea el embrión… o no, y que a partir de ahí se verá. Que no debo volver a urgencias a no ser que sangre como una regla de verdad o tenga dolor abdominal fuerte. Que tengo que esperar a que pasen por lo menos 10 días (que es cuando ya debería verse el embrión si es que todo va bien). El caso es que no dejo de pensar, aterrorizada, que se pueda repetir la situación del año pasado. Que sea un embarazo molar y se repita la misma pesadilla. Las molas sucedes uno de cada 2000 embarazos… y no dejo de pensar que me pase a mí. ¿Qué puedo hacer para dejar de preocuparme de esta manera?

Muchas gracias.