Hoy me he acordado mucho del post que puso Andrómeda sobre embarazos ajenos, ya que hoy me he sentido igual al enterarme de que mi “super”cuñada, a la que “adoro” por su educación, tacto y sabiduría, está embarazada de nuevo. No me da rabia su embarazo, ¡qué va!, pero me joroba que llevan ella y su marido dando por saco un añito con “mi marido como es cazador tiene muy buena puntería”, “qué pasa con ese primito que no viene”, etc., etc., etc. Y que el mes pasado me negó rotunda y escandalosamente que ellos NO ESTABAN BUSCANDO. Me duele mucho ese cinismo y esa mala leche, que parece que lo hacen para que te sientas mal. Yo sé que lo lograré, que todas lo lograremos, pero esta espera, la mala suerte de que todo el mundo se me adelante, y tener que aguantar el daño que me hacen amigos y familiares me está minando poco a poco. Hoy he tocado un poco fondo, porque además he visto a mi marido ponerse contento y me han entrado ganas de decirle: ¿no te acuerdas de lo que nos decían? Y estoy un pelín deprimida, porque al final siempre hay una panda de “cabroncitos” que te hacen la vida imposible. Y yo además, soy tan prudente, nunca hago leña del árbol caído y me ofrezco siempre como hombro donde puedan llorar los demás, ¿por qué la gente es tan cruel, tan inoportuna, tan malpensada y con tan malas intenciones?
Uf, creo que este post no está siendo muy optimista. Así que voy a contar un chistecito que me han pasado para que nos riamos todos un poco y se me quite el velo este de lágrimas que asoma en la mirada.
(No es un chiste racista, pero espero que no moleste a nadie, ¿vale?)
Están uno del Barça, uno del Madrid y un hombre negro en la sala de espera de un hospital materno, cuando sale la enfermera y les comunica que ha habido un despiste con las placas de los recién nacidos y les pregunta si ellos serían capaces de reconocer a sus hijos sólo con verlos. El del Madrid es el primero que se levanta y dice muy ufano: ¡por supuesto! Reconocería a mi hijo entre un millón. Entra en la sala donde se encuentran todos los recién nacidos y coge al bebé negro dispuesto a llevárselo. La enfermera le pregunta, estupefacta, si está seguro de que ése sea su hijo y le contesta el madridista, todo conforme: ¡Prefiero llevarme el negrito que arriesgarme a que me toque el del Barça!
Bueno, chicas, pues eso, que hay que reírse hasta de las tristezas de cada uno. Un beso.
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