La doctora expuso cómo el estrés, la ansiedad y la depresión afectan a la fertilidad, puesto que disminuyen la calidad y cantidad de encuentros sexuales mermando así la calidad del semen. Además, el estrés profundo en la mujer puede llegar a ocasionar desarreglos en su ciclo menstrual hasta hacer desaparecer la ovulación. Por otra parte, una vez en TRA el no mantener una actitud positiva y acusar en el estado de ánimo tanto la medicación como el hecho de la infertilidad en sí pueden llevar a la pareja al abandono del tratamiento por fatiga psicológica. Tras las dificultades económicas, la afectación emocional es la causa más frecuente de abandono de tratamiento, por lo que la pareja interrumpe y anula sus posibilidades de llegar a ser padres.
Ante esta situación, la Dra. Bayonas propone los siguientes mecanismos compensatorios:
1.- Mantener la ansiedad bajo control. Uno de los consejos es que en esta etapa especialmente se practiquen técnicas de relajación, control mental y a la inducción del bienestar emocional, además de realizar ejercicio, nadar, pasear al aire libre, ver a las amigas… En definitiva, que se desarrolle cualquier actividad compensatoria que nos calme, nos gratifique o nos genere sensación de paz.
2.- Fomentar el pensamiento positivo. Debemos centrarnos en las cosas buenas que tenemos en la vida y repetírnoslo varias veces, poner un filtro a todo lo desagradable, difícil o penoso que nos venga del exterior y que no sea absolutamente imprescindible.
3.- Confiar en el éxito del tratamiento. Tener una confianza realista, pensar que finalmente lo lograremos aunque no sea necesariamente en este ciclo.
4.- Seguir con tu vida sin hacer del proyecto niño el centro de todo. Hay que disfrutar de la vida que tenemos, aquí y ahora, si hay algo que no nos gusta en ella poner los medios a nuestro alcance para cambiarla pero no posponer la felicidad a cuando tenga el niño, o cuando sea madre… Lo sano psicológicamente hablando es disfrutar lo que tenemos, intentar cambiar lo que no nos guste en nuestra vida y aceptar lo que nos depara y no pueda ser cambiado, recordando que lo interesante no está en la meta sino en el camino.