En el 33% de los casos de infertilidad en una pareja, el problema lo tiene él, según los datos que aportaba a BuenaVida la doctora Fulvia Mancini, directora médica de Clínicas Eva, en Barcelona. Otros estudios de la OMS elevan la responsabilidad masculina hasta el 50%, como documenta la ginecóloga Victoria Verdú, de Clínica Ginefiv (Madrid).
Lo cierto es que la calidad del esperma de los hombres del siglo XXI ha sufrido una merma con respecto a la de sus antepasados labriegos, cabezas de familias numerosas. El doctor Jan Tesarik, de la Clínica Margen, responsable de una investigación publicada en Translational Andrology and Urology, ha documentado cómo la calidad del esperma ha empeorado: “Los hombres de la misma edad sufren más daño en el ADN de los espermatozoides que los de hace 20 años. Se trata de un deterioro progresivo, lento pero evidente”.
Los largos periodos de abstinencia pueden oxidar los espermatoziodes
Los hábitos de vida influye de forma directa en la calidad del ADN de sus soldaditos, como vamos a ver, pero hay un factor con fácil solución que hace que se vuelvan más vagos y lentos: que deje de practicar sexo.
Cuanto más eyacule, más espabilados estarán sus espermatozoides. Según Isidoro Bruna, ginecólogo y director de HM Fertility Center, los largos períodos de abstinencia pueden ser perjudiciales: “Cuanto más tiempo estén los espermatozoides en el epidídimo testicular, mayor es el estrés oxidativo al que están sometidos”. Por esta razón, a los varones que deben acudir con una muestra a los centros de reproducción asistida se les pide que no pasen más de dos días sin ningún tipo de estímulo sexual.
No confunda el volumen total de semen eyaculado con la calidad, como le sucede a la mayoría según el experto. Cuando la abstinencia es muy corta —menos de 24 horas— disminuye tanto el número de espermatozoides como el volumen, mientras que si es superior a 24 o 48 horas afectará a otros parámetros esenciales para la concepción como la movilidad —se vuelven más vagos y lentos; su movilidad no debería ser inferior al 32% a los 60 minutos de la eyaculación, según la OMS– y la morfología, o incluso la fragmentación del ADN, es decir, roturas o lesiones en el material genético.
Periodo corto de abstinencia y luego coito diario durante la ovulación
Cuando se busca la paternidad, numerosos estudios revelan que lo idóneo es un corto período de abstinencia —entre tres y cinco días— seguido del coito diario, durante los días de ovulación de la mujer, para maximizar su número de soldaditos y optimizar la concepción.
La función de un espermatozoide es penetrar en un óvulo y liberar su ADN para que se pueda producir una fecundación. En el caso de que el material genético esté dañado, habrá menos probabilidades de éxito. Bruna explica que el ADN está formado por dos cadenas de nucleótidos complementarias que forman una doble hélice, de manera que la lesión se puede producir tanto en una sola cadena como en ambas.
Si solo una de ellas está fragmentada, el óvulo es de una mujer joven y tiene la suficiente calidad, suele repararse. No obstante, si están afectadas ambas cadenas y además se combina con el material de una mujer que no esté en una edad óptima reproductiva, será mucho más difícil.
Los pesticidas de las frutas también afectan
“La vida sedentaria, la obesidad y los hábitos tóxicos son muy nocivos para la producción de espermatozoides con buena capacidad fecundante”, sentencia el especialista en fertilidad. Tanto una buena alimentación como realizar ejercicio físico regular le ayudarán a estar más cerca de convertirse en un semental.
Eso sí, no vuelva a encenderse un cigarrillo. Bruna asegura que numerosos estudios avalan que los varones fumadores presentan una disminución del 13% en la movilidad de los espermatozoides, una reducción de hasta un 23% en la concentración, un aumento en la fragmentación del ADN, así como un descenso del 28% en la probabilidad de conseguir un embarazo.
El alcohol tampoco ayuda. Un consumo excesivo se asocia a los varones con teratozoospermia —menos del 4% de espermatozoides morfológicamente normales— y oligozoospermia —baja concentración en el eyaculado—, disminución de la libido y disfunción eréctil. Además, enfermedades como la diabetes o la prostatitis —infección bacteriana de la glándula prostática— también pueden dañar su esperma.
Aunque por desgracia no todo está en su mano. Tanto los pesticidas que contienen frutas y verduras como la contaminación ambiental también son grandes enemigos, así lo respalda un estudio realizado sobre 6.475 varones taiwaneses de entre 15 y 49 años durante los años transcurridos entre 2001 y 2014. Como conclusión demostraron que la exposición a corto y largo plazo a partículas finas supone un gran perjuicio en la calidad. No en vano, tanto estudios como la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) afirman que el 50% de los casos de infertilidad y disfunción reproductiva se debe a un factor masculino o a la mala calidad del esperma.
A partir de los 45 años el esperma se deteriora
Aunque no en la misma proporción que sucede con las mujeres, la edad sí importa: “La capacidad fecundante de los gametos masculinos (espermatozoides) es más prolongada que la de los óvulos, pero está demostrado que a partir de los 45 o 50 años se produce un deterioro”, sentencia Bruna.
Si desea conocer cuán efectivo es su esperma, puede comprobarlo a través de un seminograma —test de movilidad y vitalidad, entre otras características, que se realiza sobre una muestra en laboratorio— y un test de capacitación espermática —donde se identifica el número real de espermatozoides que son capaces de poder fecundar un óvulo— o también puede confiar en que la naturaleza siga su curso.