Con frecuencia, al hablar de infertilidad la atención se centra instintivamente en las mujeres, sin embargo, los estudios advierten que la realidad implica por igual a ambos sexos. Según los datos, el 40% de los casos de infertilidad se deben a cuestiones exclusivas del hombre. Este mismo porcentaje se atribuye de manera individual a la mujer, mientras que el 20% restante se debe a causas mixtas en las que ambos participan.
Tal y como ocurre con las mujeres, la edad es uno de los principales enemigos de la fertilidad masculina. Una vez cumplidos los 25 años, la calidad del semen comienza a disminuir, aunque lo problemático o no de esta situación para concebir dependerá de los niveles con los que se parta.
No obstante, cabe destacar que el semen se ha deteriorado en los últimos años de manera general. Las cifras apuntan que en Europa su calidad se ha reducido a la mitad en el último medio siglo, una alarmante progresión que parece ir en aumento.
Esta disminución ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a rebajar algunos parámetros exigidos para considerar un semen normal. De este modo, en 2010 pasó a considerarse normal una concentración de 15 millones de espermatozoides por mililitro, mientras que veinte años antes la marca se establecía en 40 millones.
Causas variadas y relacionadas
De manera general, las causas más frecuentes de infertilidad masculina son debidas a alteraciones en el seminograma, es decir, disminución del número o de la calidad de los espermatozoides.
También puede deberse a problemas mecánicos por alteraciones del tracto genital que dificulten o impidan depositar el semen en el fondo de la vagina durante el coito.
Igualmente, existen una serie de factores que pueden alterar la producción de espermatozoides, afectando a la fertilidad del hombre como problemas hormonales presentes en diversas enfermedades del sistema endocrino, como hipotiroidismo o hipertiroidismo.
Otra de los causantes de infertilidad en los hombres son las varices testiculares o varicocele, una anomalía que causan dilatación en las venas del cordón espermático.
La obesidad, la mala alimentación, el consumo de alcohol, tabaco y drogas, así como el estrés y la vida sedentaria tampoco contribuyen a empeorar la calidad de los espermatozoides.
A esto se suman los aspectos ambientales, como la baja calidad del aire, los agentes químicos o el calor, ya que se ha comprobado que las altas temperaturas pueden afectar a la calidad del semen y a su capacidad reproductiva cuando se produce de manera continuada.
Por todo ello, los expertos coindicen en que lo más importante es hacer un estudio específico y pormenorizado para saber las causas de la infertilidad, ya que de ese modo se pueden aplicar técnicas personalizadas para mejorar la calidad del semen. Esto contribuye a mejorar los resultados en los tratamientos de fertilidad artificial, e incluso propiciar embarazos naturales.