La fecundación consiste en la unión de un óvulo y un espermatozoide, ya sea en el tracto reproductor de la mujer o en el laboratorio de Fecundación in Vitro (FIV). El óvulo maduro y el espermatozoide son las únicas células del cuerpo con la mitad de la dotación cromosómica, de manera que cuando se unen dan lugar a un embrión con la carga genética completa.
Es la suma de muchos procesos de los que sólo algunos se conocen con detalle. Entonces, ¿qué es lo que nos permite decir que un óvulo ha fecundado?
Si se ha producido fecundación podremos apreciar, mirándolo al microscopio, que ha aparecido una pequeña estructura que llamamos segundo corpúsculo polar que nos indica que el óvulo dividió su carga genética y quedó listo para poder ser fecundado. Además vemos la aparición de dos pronúcleos (uno de ellos procedente del propio óvulo y el otro procedente del espermatozoide) que nos indica que está presente la dotación cromosómica materna y paterna.
Realizar técnicas de FIV abrió las puertas a ampliar el conocimiento sobre la fecundación humana. Ahora sabemos que los pronúcleos aparecen normalmente 16 horas después de entrar en contacto el óvulo con el espermatozoide. Es en ese momento cuando podemos confirmar que el óvulo ha fecundado. Es interesante el hecho de que cuando empleamos la técnica de microinyección intracitoplásmica de espermatozoides (ICSI) se acelera el proceso y estos pronúcleos suelen aparecer de 2 a 4 horas antes.
Los equipos de monitorización en tiempo real (Time-Lapse) han permitido definir mejor tiempos en los que estas estructuras aparecen y desaparecen, por lo que cada día sabemos más de este complicado fenómeno que llamamos fecundación.
Mª Carmen Tió, bióloga del Instituto Bernabeu