La infertilidad en la época egipcia
La infertilidad era un problema real para los egipcios y no se consideraba un castigo divino como en otras civilizaciones. La consideraban una enfermedad que debía ser diagnosticada y tratada.
A pesar de que la medicina egipcia mostró una considerable atención al problema y su diagnóstico, no proporcionó ningún tratamiento satisfactorio.
Grecia, las bases de la medicina occidental
Dentro de la medicina griega destaca la figura de Hipócrates que estaba familiarizado con el problema de la infertilidad y tenía varios diagnósticos inspirados en los egipcios.
Consideraba que infertilidad se debía a alguna de las siguientes causas:
Mala posición del cérvix.
Debilidad de la cavidad interna debido a un origen congénito o adquirido
Obstrucción del orificio uterino debido a una amenorrea.
Flujo menstrual excesivo.
Prolapso uterino (descenso de los órganos situados en la pelvis de la mujer).
La fertilidad, cuestión de dioses en la época romana
En esta época el papel de los dioses en la fertilidad era muy importante. Tanto que muchas jóvenes que querían salir embarazadas iban al templo de Juno. Pero, los romanos también contaron con el que se considera el primer ginecólogo de la historia, Sorano de Éfaso. A pesar de no tener ningún tipo de tecnología logró describir la anatomía del organismo femenino y realizó un tratado relacionado con el parto.
El estancamiento de la época medieval
La medicina medieval se basaba en la griega, tanto en sus conceptos como en los métodos de diagnóstico y tratamiento. Esto provocó un cierto estancamiento. Durante estos años, los tratamientos para la infertilidad estaban más cercanos a los ritos y las costumbres.
Sin embargo, destaca la figura del árabe Avicena, quien fue el primero en considerar que la infertilidad también podía ser un problema masculino. Dentro de sus investigaciones mencionó por primera vez la posibilidad de una anormalidad en los espermas.
El renacimiento con Leonardo Da Vinci
Leonardo da Vinci dibujo de forma correcta la anatomía femenina, con órganos como los ovarios y el útero, que hasta el momento no estaban representados gráficamente.
Pequeños avances en el siglo XVII
Regnier de Graaf, médico holandés, consideró a los ovarios como fuente de ovocitos y Antoine van Leeuwenhoex fue el primero en ver a los espermatozoides a través de su microscopio.
Descubrimiento de nuevas técnicas en el siglo XX
Durante las dos primeras décadas del siglo XX se empezaron a desarrollar la endocrinología reproductiva y se utilizaron gonadotropinas para realizar estimulaciones e inducciones ováricas.
En 1973, se consiguió el primer embarazo mediante técnicas de fecundación in vitro, aunque la gestación sólo duró unas pocas semanas. No fue hasta el 25 de junio de 1978 cuando nació el primer bebé probeta, Louis Brown, en Reino Unido.
En España, el primer nacimiento por fecundación in vitro no llegó hasta 1984. Durante esta década, se establecieron protocolos de estimulación ovárica más efectivos, se desarrollaron técnicas de criopreservación de embriones y se realizaron los primeros ciclos de donación de gametos.
En los años 90, se desarrollaron las técnicas de microinyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) y el diagnóstico genético preimplantacional (DGP), para solucionar problemas de fertilidad importantes como los factores masculinos severos o las enfermedades genéticas hereditarias.
Actualmente, las técnicas de reproducción asistida ofrecen gran variedad de tratamientos para dar solución a todo tipo de problemas que dificultan el embarazo. Aún así, las investigaciones sobre fertilidad avanzan.