Los doctores Luigi Devoto, del Centro de Estudios Moleculares de la Célula -CEMC–, y Reinaldo González, ginecólogo del IDIMI –Instituto de Investigaciones Materno Infantil-, realizaron importantes hallazgos sobre la endometriosis, enfermedad que afecta entre el 5% y 10% de las mujeres a partir de la edad fértil, ocasionando fuertes dolores pélvicos, que llegan a ser invalidantes, y en casi la mitad de las pacientes, infertilidad.
Ante este flagelo, los expertos desarrollan estudios sobre proteína involucrada en el daño inflamatorio, con la finalidad de avanzar en la creación de una terapia que permita inhibir su presencia en el endometrio. Al mismo tiempo, estudios en ratones ya han demostrado cómo su inactivación ayuda a disminuir los daños de esta enfermedad.
Las investigaciones son realizadas a nivel molecular y también clínico, con el apoyo de pacientes que ingresan al IDIMI del Hospital San Borja Arriarán. En este centro además, los expertos disponen de una serie de tratamientos para las mujeres que sufren esta afección, y que van desde la toma de anticonceptivos, hasta cirugías y terapias de fertilidad.
La endometriosis
El endometrio es la capa interna del útero, una mucosa que recubre éste órgano de vital importancia para la mujer. Y es que alojado ahí, ocurre la implantación del embrión durante el embarazo. Sin embargo, cuando esto no sucede, todos los meses se genera un desprendimiento de esta capa, que es eliminada durante el período menstrual, para luego volver a regenerarse.
Por su parte, la endometriosis es una afección crónica donde la aparición y crecimiento del tejido endometrial ocurre fuera del útero o en la superficie de otros órganos. Esto puede ser: en la cavidad pélvica, los ovarios, detrás del útero, en la vejiga urinaria o el intestino. “Dicha alteración genera una distorsión anatómica y entonces, pueden desarrollarse quistes en los ovarios, adherencias dentro de la pelvis, entre otros problemas. Además, en cada período menstrual ocurre sangramiento, pero dentro de la pelvis de la persona, y esto provoca en algunos casos que se adhiera el ovario con el útero, o el ovario con la trompa”, explica el Dr. Devoto.
Además de los intensos dolores pélvicos durante la menstruación, la enfermedad puede provocar molestias para defecar y orinar, así como en las relaciones sexuales, lo que interfiere en la calidad de vida, el ámbito afectivo y en aspectos cotidianos, que a su vez pueden llevar al ausentismo o discapacidad laboral. No obstante, lo más complejo se asocia a los trastornos de infertilidad, que afectan a aproximadamente un 50% de las pacientes.
“En ocasiones cuando la mujer con endometriosis ovula, la trompa no es capaz de captar el huevo, porque la fecundación –es decir, el encuentro entre el huevo y el ovocito- se produce dentro de la trompa. Y obviamente si eso está impedido, hay alteraciones en la fertilidad. Por otro lado, la ovulación no es muy eficaz en este tipo de pacientes, lo cual también se convierte en un factor de riesgo”, señala Luigi Devoto. Respecto a la infertilidad, se habla de ésta cuando una pareja lleva más de un año intentando el embarazo, sin el uso de anticonceptivos y manteniendo relaciones sexuales de forma continua.
Hallazgos de proteína
Con el fin de comprender los mecanismos celulares de esta enfermedad, y avanzar en la búsqueda de nuevas y mejores alternativas de tratamientos, científicos del IDIMI y el CEMC, Universidad de Chile, con apoyo de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y el Dr. Jacques Donnez, comparten varios descubrimientos y proyectos, que ya han sido publicados en las principales revistas internacionales sobre reproducción. Algunos de ellos, abordan el estudio de una proteína llamada factor nuclear-kappa B, que según los expertos, estaría involucrada en el origen de la afección, o bien, en el desarrollo de las lesiones. Esto, al descubrir cómo ésta se activaba con mayor recurrencia en tejidos y células con endometriosis, a diferencia de lo que sucedía en el endometrio de personas sanas.
Uno de los trabajos, dirigidos por Reinaldo González –quien además es Dr. en Medicina Reproductiva, de la Universidad Católica de Lovaina-, se centró en la endometriosis peritoneal, donde se observaron dos tipos de lesiones: negras y rojas. En estas últimas, se comprobó una mayor activación de factor nuclear-kappa B, lo que a su vez se vinculaba a una mayor inflamación y sobrevida de las células endometriósicas, implicando también más crecimiento y permanencia de las mismas en la cavidad endometrial. Algo, que de acuerdo al Dr. González no tendría que ocurrir, ya que estas células debieran ser eliminadas por el organismo. Paralelamente, observaron que en las mujeres sin endometriosis, había una tendencia a que en la segunda fase del ciclo menstrual esta activación disminuyera. Complementando este hallazgo, el ginecólogo señala que la principal teoría sobre el origen de la patología y que se vincula a esta investigación, es el “flujo menstrual retrógrado”, es decir, cuando un porcentaje del flujo no es eliminado vía vaginal, devolviéndose a través de las trompas de Falopio y al peritoneo pélvico (cavidad pélvica, cavidad peritoneal son sinónimos), donde las células endometriales son capaces de sobrevivir e implantarse originando las lesiones endometriósicas.
Otro descubrimiento esencial, se realizó en ratonas a las que se les indujo endometriosis. Luego, se les aplicó un tratamiento especial para inhibir la proteína, tras lo cual se observó menor proliferación de las células y menos inflamación. “Por eso pensamos que puede ser un factor importante en el desarrollo de la enfermedad”, indica el Dr. González.
Finalmente, otro estudio arrojó resultados interesantes, respecto a la relación entre la endometriosis y la sobrecarga de fierro. “Descubrimos que este fenómeno tiene que ver con el mayor reflujo menstrual. Y hay antecedentes que señalan que la sobrecarga de fierro en macrófagos -células encargadas de la limpieza peritoneal- ayudaría a la mayor activación de la proteína, haciendo que la endometriosis permanezca”, comenta.
Respecto a una posible terapia en humanos, el médico señala que estos hallazgos son un paso fundamental para ello. Sin embargo, aún no constituyen una cura, debido a que la proteína factor nuclear-kappa B también cumple un rol vital en otras zonas del organismo, motivo por el cual ésta no puede ser inhibida por completo. En ese sentido, la tarea se proyecta en buscar nuevas herramientas para frenar su activación de manera precisa y a nivel localizado.
Por su parte, éste y otros temas relativos a medicina reproductiva, serán tratados en el “Simposio Internacional de Cirugía Laparoscópica y Medicina Reproductiva” que está organizando el IDIMI en conjunto con el Profesor Jacques Donnez de la Universidad Católica de Lovaina y que se llevará a cabo los días 23 y 24 de noviembre del presente año (mayor información prontamente en cursosidimi.cl).
Detección y tratamientos
A pesar de los avances realizados en el laboratorio, ya existen alternativas que pueden ser efectivas para detectar y tratar la enfermedad. Respecto a lo primero, el Dr. Reinaldo González explica que los fuertes dolores –dismenorrea- son un primer e importante indicador, por lo cual la paciente debe consultar a un ginecólogo. Esto, si bien existe un pequeño porcentaje de mujeres que no presenta síntoma alguno. “No obstante, el diagnóstico definitivo muchas veces se hace con una cirugía laparoscópica, donde se ingresa una pequeña cámara de video para observar el interior. Así ocurre con la endometriosis peritoneal. En otros casos, el diagnóstico se hace antes, porque hay lesiones en los ovarios, quistes, o nódulos recto-vaginales, que se pueden testear por un tacto vaginal, una ecografía u otros exámenes de imágenes”, explica el experto.
La primera forma de tratar a una paciente que presenta mucho dolor, es con analgésicos. Sin embargo, el Dr. González explica que en primera instancia, el ginecólogo puede recetar la toma de anticonceptivos, ya sea de forma normal o continua, en este último caso, para suprimir la regla. Con este método, el 70% u 80% de las mujeres responden positivamente al tratamiento y los dolores se terminan.
Ahora bien, cuando las molestias persisten, y dependiendo del tipo de daño, otras fórmulas son cirugías para extraer los quistes, la quema de adherencias y lesiones, así como los tratamientos asociados a la fecundación. Estos últimos, se ejecutan cuando la distorsión anatómica es mucha y existe compromiso de las trompas, recurriendo a técnicas como la inducción de ovulación, a fin de promover la liberación de “huevitos” desde ambos ovarios y así, poder incrementar la posibilidad de embarazo, o bien, la inseminación intrauterina. No obstante, un porcentaje de mujeres no reacciona con éxito a estas terapias, tras lo cual, un paso a seguir es la fecundación in vitro, que es el “método más complejo y más caro, pero con mejores resultados”, con una tasa de efectividad cercana al 35-40%.
No obstante estas fórmulas, especialmente relativas a la fertilidad, el Dr. González enfatiza que junto con tener un alto costo, deben realizarse más temprano que tarde. Según explica, para planear un embarazo la mujer no debiera superar los 35 años de edad, ya que después, y en particular sobre los 38 años, las probabilidades de éxito en los tratamientos disminuyen considerablemente.