Si eres de las personas que antes de iniciar los tratamientos ya hacías ejercicio, tienes mucho ganado, pues sabes los beneficios que tiene para ti a todos los niveles: la tensiones que estamos viviendo hacen que nuestro estado de ánimo suba y baje a merced del proceso.
Hasta los momentos de alegría los vivimos con precaución, así es que cuando algo no muy bueno está ocurriendo es posible que empieces a sentir como tu energía va desapareciendo poco a poco de ti.
Y ahí es donde el ejercicio puede ayudarte hasta niveles que te van a sorprender.
El hecho de hacer un esfuerzo físico, te hace que vivas a la fuerza el momento presente. Es imposible pensar en que la pasa con tu siguiente tratamiento cuando estás sudando como un pollo o con tu corazón latiendo a tope.
O si estas practicando yoga: tampoco se pueden lograr posiciones imposibles sin estar consciente de lo que estás haciendo en ese momento. Te aseguro que te caes de ellas.
O por ejemplo si te decides a practicar running como yo: resulta que cuando llegas a un punto de carrera empiezas a segregar unas hormonas que se llaman endorfinas y que te hace sentir tan bien que casi te enganchan. ¿Puedes imaginártelo?
A mi todavía no me ha pasado y yo lo estoy…
También el hecho de marcarte un reto te va a ayudar a encontrar nuevos sentidos en tu vida que van a hacer que aunque sea a ratos tu atención esté centrada en otros sitios que no sea la reproducción asistida y alrededores