Skip to content

La Infertilidad social



Cuando hace unos meses Facebook y Apple ofrecieron a sus empleadas costearles la congelación de óvulos a cambio de no perder su talento, medio mundo se llevó las manos a la cabeza. Su idea era que continuaran con su carrera profesional sin renunciar a crear una familia. Lo que apuntaba a una perversión del sistema de incentivos esconde una realidad muy extendida en las clínicas: el retraso de la maternidad a través de la criopreservacion de óvulos. Una práctica que ya ha acuñado la expresión “infertilidad por motivos sociales” y que en Baleares ha duplicado el número de pacientes desde 2012.

Pasaron dos años desde que la congelación de óvulos demostró su efectividad hasta que la clínica de fertilidad Ibilab recibió los primeros casos. “En 2010 aparecieron ya las primeras publicaciones serias que argumentaban su éxito, y en 2012 la Sociedad Europea de Embriología la dejó de considerar algo experimental”, recuerda la cofundadora del centro y ginecóloga, Margalida Torres. Aquella práctica, realizada en un principio sólo para la donación de óvulos, comenzó entonces a extenderse hasta considerarse hoy una técnica en auge.

Su estadística es una prueba. En 2010 registraron sólo una paciente; el pasado 2014, el número creció hasta los 30. “Y continuará así porque su crecimiento es exponencial”, asegura Torres. Una técnica que permite preservar los óvulos de la mujer cuando está en edad más fértil para poder recuperarlos cuando llegue el momento adecuado para la maternidad.

Tras una ecografía y una analítica hormonal, se analiza la reserva ovárica de la mujer. A continuación, la primera fase contempla la estimulación para que la mujer produzca no un sólo óvulo sino entre 12 y 16, dependiendo de los que tenga. “Calculamos que se necesitan unos 15 para conseguir un embarazo”, sostiene Torres.

Lo que antes se denominaba congelación, realizada a menor velocidad y con peores resultados a largo plazo, es hoy una criopreservación de óvulos en nitrógeno líquido a una temperatura de -196 grados. “La calidad del óvulo depende de la edad que tenía la mujer en el momento de la extracción, pero una vez congelados no pierden calidad”, detalla.

La doctora Margalida Torres en la sede de Ibilab en Palma. C. FORTEZA
“Entre las mujeres que recurren a esta práctica hay dos causas principales: las que deben someterse a radioterapia o quimioterapia para tratar un cáncer y las que consideran que no es un buen momento, para ser madres y deciden retrasarlo y evitar que sea demasiado tarde”, explica la ginecóloga. Este segundo, un supuesto que lleva hasta Ibilab, señala, a más del 90% de las pacientes.

“Los expertos ya hablan de la expresión infertilidad por motivos sociales”, apunta Torres. Denominación para explicar las presiones laborales y sociales que llevan a muchas mujeres a renunciar a la maternidad hasta ahora, muchas veces, para siempre. Circunstancias a las que, en muchos casos, se suma la falta de una pareja e incluso de dinero. La media de edad a la que las baleares tienen su primer hijo, no hace más que confirmar la tendencia: si en 1992 era a los 29 años, en 2011 se situaba ya en los 31,4.

“Es incongruente que las mujeres tengamos que demostrar continuamente lo que valemos como profesionales y que después tengamos que renunciar si queremos tener hijos”, plantea la médico. De hecho, el perfil de pacientes es el de profesionales liberales y ejecutivas solteras.

“Una mujer de 30 años ve la maternidad como algo muy lejano, pero lo cierto es que a partir de los 20 o 25 años la fertilidad comienza a descender, y lo hace de forma mucho más radical a los 35”, afirma Margalida Torres. Una edad que se considera el límite ideal para realizar la criopreservación. En el caso de quienes tienen que someterse a quimioterapia o presentan algún tipo de patología ovárica, la congelación se ha realizado en las Islas a pacientes de incluso 24 años. En otros países, explica la doctora, se ha planteado incluso en chicas de 15 años.

El abaratamiento de la congelación es otro de los puntos fuertes para su eclosión. En la actualidad, en clínicas como Ibilab se ofrece a partir de 2.000 euros, incluyendo el mantenimiento de los óvulos los tres primeros años. A continuación, esta conservación supone unos 400 euros anuales. En el caso de pacientes oncológicas, la Seguridad Social costea este servicio para mujeres de hasta 40 años. “En radioterapia no se recupera el estado de los óvulos, en el caso de la quimioterapia depende de los gonadotóxicos que se utilicen. Los que se emplean en cáncer de mama son muy dañinos”, afirma.

‘Falta mucha concienciación’

Pese a que el número de casos se ha multiplicado por 30 desde que Ibilab comenzó a practicar la criopreservación de óvulos, la cofundadora y ginecóloga del centro, Margalida Torres, se muestra tajante: “Falta mucha concienciación sobre esta técnica y sobre la importancia de preservar los óvulos antes de que sea demasiado tarde”. Una de sus principales consecuencias es la elevada edad de las pacientes, cuya media está en los 39 años. “Muchas mujeres piensan si recurrir a la congelación durante años y cuando se deciden ya no hay tiempo”, explica la doctora Torres. Así, señala que, pese a que al descongelar el óvulo éste tiene la edad del momento en que se preservó, las posibilidades de que pueda ser fecundado son del 50% a partir de los 37 años, pero bajan de forma radical hasta apenas el 5% a los 42 años. Otro de los temas pendientes es el control sobre el número de mujeres que se somete a este práctica en toda España. Pese a que la Sociedad Española de Fertilidad sí creó un registro con esta intención, “la entrega de datos por parte de las clínicas no es obligatoria. Ni siquiera en el caso de las públicas”, asegura Torres. Por el momento, la estadística marca que en 2012 nacieron 930 niños de óvulos congelados, pero la mayoría provenientes de donantes.