Una millonaria excéntrica que sufría problemas de fertilidad financió en secreto el proyecto para crear el primer bebé probeta del mundo. Lillian Lincoln Howell, poeta amateur y propietaria de un canal de televisión, insistió en permanecer anónima durante su vida, según reveló la doctora Kay Elder la semana pasada en el Festival de Ciencias de Cheltenham.
La benefactora no identificada ya fue reconocida por Sir Bob Edwards, quien desarrolló el proyecto junto a Patrick Steptoe y Jean Purdy, en un documento en 1986. Edwards, que murió en 2013, escribió en un artículo científico que su trabajo “no hubiera sido posible sin la generosa ayuda de una millonaria estadounidense que sufrió problemas similares a los de los pacientes que están siendo tratados”.
Howell donó una cantidad equivalente a 500.000 libras actuales (566.500 euros)
Elder, que trabajó en los archivos de la Clínica Bourn Hall en Cambridgeshire, explicó que Lillian Lincoln Howell donó el equivalente a 500.000 libras actuales (566.500 euros) para financiar el tratamiento, que llevó a la procreación de Louise Brown el 25 de julio de 1978, hace 40 años, según apunta el Daily Mail.
Desde el nacimiento de Brown, más de seis millones de bebés han nacido en el mundo gracias a la fecundación ‘in vitro’. Howell murió a la edad de 93 años en 2014 e hizo una fortuna fundando una estación de televisión, KTSF en San Francisco, que atendía a estadounidenses de origen chino y japonés, transmitiendo en sus idiomas.
Louise Brown (izquierda) y Victoria Ana Perea fueron las primeras bebés probeta del mundo y de España, respectivamente. En la imagen de archivo, junto al doctor Pedro Barri y la doctora Anna Veiga (Inma Sainz de Baranda)
La doctora Elder, que comenzó a trabajar en Bourn Hall en 1984, dijo que la fecundación ‘in vitro’ se consideraba tan controvertida desde el punto de vista médico, social y ético que el Consejo de Investigación Médica (MRC) le negó la financiación desde 1972 a 1982. Y eso que, en agosto de 1970, los investigadores ya habían desarrollado blastocistos, las células embrionarias humanas antes de que se implanten en el útero.
Los científicos esperaban tener un progreso más rápido, pero pasarían otros ocho años antes de que se implantaran con éxito, en parte porque era difícil conseguir financiación. Kay Elder contó que, ante la falta de dinero, los investigadores “tenían que hacer su trabajo durante su tiempo libre (incluso los domingos por la noche), adaptándose a la docencia y la vida familiar“.
En agosto de 1970, los investigadores ya habían desarrollado blastocistos
”Pero esa fuente de financiación permitió a Bob Edwards [empleado de la Universidad de Cambridge] hacer este trabajo. Su benefactora estadounidense, una dama anónima, murió recientemente, así que ahora podemos revelar que su nombre era Lillian Howell”, añadió.
La doctora Elder recordó que Lillian “evitó la publicidad” y Edwards y su esposa Ruth insistieron en que este deseo se debería respetar mientras la benefactora estuviera viva. Un portavoz de Louise Brown, explicó que la primera bebé probeta “no conocía esta donación, pero está agradecida con todos los que ayudaron a que se realizara la fecundación ‘in vitro’“.
Lillian “evitó la publicidad” y Edwards y su esposa Ruth insistieron en que este deseo se debería respetar