Las diferencias entre centros públicos y privados son abismales, sobre todo en número, lo que redunda directamente en el número de afectados a los que prestan ayuda. Así, según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en España existen 180 centros privados que ofrecen técnicas de reproducción asistida y sólo 37 unidades públicas. Esto supone que existe un centro privado de este tipo para cada 280.000 habitantes y uno público para cada millón y medio.
La inexistencia de un registro obligatorio sobre el funcionamiento de las unidades médicas que prestan estos servicios –una reivindicación histórica de los especialistas en reproducción, que destacan la obligatoriedad del mismo en otros países- impide hacer una valoración objetiva sobre su eficacia pero, según los expertos que presentaron el libro, “los centros privados llevan ventaja”.
El presidente de la SEF, Federico Pérez Milán, afirma que cualquier respuesta en este sentido es siempre “una estimación”, debido a la falta de datos oficiales, pero tanto él como el editor del libro blanco y jefe de la Unidad de Reproducción Humana del Hospital de Cruces de Bilbao, Roberto Matorras, reconocieron que los centros privados cuentan con más recursos y adquieren antes los constantes avances tecnológicos en este campo. “La equidad hoy se pone en entredicho”, subrayó Pérez Milán.
Precisamente Matorras coordinó en 2009 uno de los pocos estudios que pueden servir para comparar eficiencia y eficacia de centros públicos y privados. En él, se observaban unas tasas de embarazo superiores “no mucho, pero de forma estadísticamente significativa” en los centros privados. No obstante, el experto aventuró que, al ser voluntaria la inclusión en el registro que dio lugar al estudio, podría ser que hubiera una representación escasa de los centros privados con peores resultados. “Entre los centros privados de excelencia y los públicos, no hay duda de que ganan los privados”.
Otros síntomas de inequidad entre medicina pública y privada está en las listas de espera, inexistentes en la última y de 399 días de media en la segunda, según un estudio recientemente presentado de la Asociación Pro Derechos Civiles Económicos y Sociales (ADECES). Eso sí, de nuevo se trata de datos estimativos ya que, como recordó Pérez Milán, en algunas comunidades autónomas donde están establecidas garantías de demora máxima, estos procedimientos están excluidos.
Por último, los centros públicos no cubren ciertas prestaciones a las que sí puede acudir una pareja o una mujer en los centros privados, como la congelación de ovocitos por motivos sociales, como querer retrasar la edad de la maternidad. “En los públicos sólo se hace por razones médicas, como en mujeres que van a someterse a un tratamiento oncológico que pueda comprometer su fertilidad”, explican desde la SEF.
Esta serie de desigualdades hace recordar al presidente de la SEF que la infertilidad es “un problema real, porque se da cuando unos órganos no llevan a cabo la función para la que están programados”. Así, Pérez Milán advirtió contra una posible retirada de la cartera de servicios de este tipo de terapias, que adelantó un confidencial tras el cambio de Gobierno. “Nosotros nos pusimos en contacto con las autoridades sanitarias cuando lo leímos, preocupados, pero recientemente he recibido una carta de la Directora General de la Cartera Básica de Servicios desmintiendo esta noticia”, comentó Pérez Milán.
Respecto a la concepción social de que los tratamientos de reproducción asistida son muy caros (entre 4.000 y 6.000 euros de media en un centro privado), Matorras subrayó que los parámetros de coste eficacia y coste beneficio eran “complicados de medir” pero que los tratamientos sí eran coste eficaces si se comparaban con otros aplicados hace años (como la reconstrucción quirúrgica de las trompas) “con una eficacia mucho menor y un coste mucho mayor”.
El libro blanco de la infertilidad destaca que en España tres de cada 100 niños nacen mediante técnicas de reproducción asistida, algo entendible debido a las bajas tasas de natalidad registradas en nuestro país, sobre todo por el hecho de que las mujeres cada vez retrasen más la idea de ser madres. Los expertos prevén que el problema aumente, como explican en un capítulo del libro dedicado específicamente al futuro de esta especialidad.
“No queremos tanto mejorar en resultados de tasas de éxito de embarazo, sino en conseguir los mismos embarazos implantando menos embriones”, subrayó Matorras. En este sentido, Pérez Milán vaticinó que los próximos avances en este campo se darán en la biología molecular, en forma de herramientas moleculares que permitan evaluar mejor la calidad del embrión y hacer que la implantación de uno sólo sea garantía de éxito.