Durante los meses de marzo y abril se celebraba en la era germánica, siglos antes del nacimiento de Cristo, la llegada de la diosa de la fertilidad y de la primavera Eostre (también conocida como Ostara -y en Inglés Easter, término con el que se denomina el periodo que aquí en España denominamos Semana Santa, aunque la tradición no sea exactamente la misma que en países anglosajones-), coincidiendo con esta nueva estación.
Los conocemos en muchos países de Europa como Huevos de Pascua, ya que encuentran su momento para ser consumidos en la Pascua de Resurreción, puesto que durante la cuaresma la Iglesia prohibía comer huevos, como ocurría con la carne.
En principio, el huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave fénix se quemó en su nido y volvió a nacer más tarde a partir de un huevo. A partir de San Agustín, el huevo comienza a adquirir el significado místico de la resurrección y al regalarlo los cristianos expresan su fe en la inmortalidad.
Así como los paganos lo veían como símbolo de la vida por nacer, en el inicio de la etapa primaveral, también podría representarse como metáfora de resurrección y la alegría de la misma para el cristiano.
Como la primavera europea prácticamente coincide con la Semana Santa, el huevo pasó a ser el símbolo de renacer de Cristo. En algunos países de Europa, los huevos se decoran el día jueves santo y se rompen los domingos. En los países de Sudamérica, a diferencia de Europa, el huevo se esconde el domingo por la mañana para ser buscado después de la comida, y es muy típico ver a todos los niños buscando los huevos de pascua. Según la tradición, son escondidos por el conejo de Pascua para que los niños los busquen, y por consiguiente, los encuentren y se los coman. En Argentina, Chile y Uruguay, se conserva la tradición de regalar huevos de Pascua decorados artesanalmente con glasé multicolor o bien en chocolate.
En otros países, es popular hacer rodar los huevos por el pasto tratando de no romperlos y está relacionado con rodar la piedra que cubría la tumba de Jesucristo.
En Europa se mantiene la costumbre que data desde la Edad Media de adornar huevos con teñidos y pintados. Aunque parece que la práctica de huevos ornamentales era principalmente elaborada por clases altas o de recursos, se difundió a decoraciones más sencillas, como con el empleo de hojas de árbol para crear patrones sobre el cascarón. El comercio y la modernidad por su parte se han encargado de incorporar los huevos de chocolate, y los huevos de plástico para ser llenos de dulces.
En Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos de pascua hechos con chocolate con pequeños regalos dentro. Poco a poco esta tradición se fue extendiendo y hoy en día casi todas las pastelerías se han ido sumando a la elaboración de los Huevos de Pascua de chocolate.