Ava y Austin nacieron con solo 27 semanas de gestación, por lo que los trasladaron rápidamente a sendas incubadoras. Los dos nacieron sin respirar y, aunque los médicos lograron salvarles en un primer momento, siguieron, durante semanas, con problemas respiratorios que ponían en peligro sus vidas.
Ava y Austin, los dos mellizos prematuros que sobrevivieron gracias el llamado ‘abrazo de rescate’ (Captura de pantalla/Informativos Telecinco)
El oxígeno en sangre de los niños no llegaba a alcanzar los niveles necesarios por más que el equipo del hospital se esforzaba en que subieran. Al final, lo que les salvó la vida fue una idea de Krystina, la madre: pidió que los pusieran juntos en una misma incubadora.
El personal médico accedió y, en cuanto los pusieron juntos, Ava y Austin se abrazaron y comenzaron a mejorar de manera inexplicable desde un punto de vista científico.
Aunque la Ciencia no puede aportar significado a esa recuperación, existe una teoría, llamada ‘el abrazo de rescate’, que ya ha salvado la vida de otros gemelos y mellizos en situaciones similares. La primera vez fue en 1995, cuando las gemelas estadounidenses Brielle y Kyrie nacieron con 12 semanas de antelación; en esa ocasión, solo Brielle nació con problemas respiratorios y fue una enfermera a quien se le ocurrió ponerlas juntas, pero el resultado fue el mismo: la pequeña se recuperó desde el momento en el que sintió el calor de su hermana.
La teoría del ‘abrazo de rescate’ apunta a que, si se abrazan entre ellos de forma prolongada, los hermanos prematuros mejoran su respiración y su frecuencia cardíaca. En cualquier caso, para Krystina y su marido, Luke, la recuperación de sus mellizos fue ‘un milagro’, ya que Ava nació con menos de un kilo y, aunque Austin pesaba algo más, pasaron unas largas ocho semanas en las que sus niveles de oxígenos eran muy preocupantes. Por eso, tal y como explica Krystina al periódico inglés ‘Daily Mail’, “fue maravilloso ver cómo mejoraban”.
Meses después, por desgracia, Ava volvió a tener problemas. Le descubrieron una cardiopatía que afectaba a la capacidad de su corazón de bombear sangre, por lo que fue ingresada de inmediato; una vez en el hospital, sufrió un paro cardiaco y un derrame cerebral, pero también superó este nuevo trance y ahora se encuentra bien.
Tuvo que aprender a andar con zapatos ortopédicos y aquí su hermano ejerció, una vez más, un papel fundamental. “Su vínculo ha sido la mejor medicina para ellos”, tal y como explican sus padres. “Ella tendrá que tomar medicación para el corazón por el resto de su vida, pero, con su hermano a su lado, no hay nada que ella no pueda hacer”.