Una de las técnicas más seguras y fiables para aquellas parejas que presentan problemas de fertilidad es, sin duda, la fecundación in vitro. De todos modos, no podemos olvidar que se trata de una técnica médica, que aunque no especialmente invasiva, si puede generar, como cualquier otra, ciertos problemas. Aunque suelen ser mínimos, es necesario tenerlos en cuenta.
Antes de realizar la operación en sí misma, es necesario estimular los ovarios para que produzcan la mayor cantidad de óvulos y resulte mucho más fácil la captación. Pero esta sobreestimulación puede derivar en lo que se conoce como síndrome de hiperestimulación ovárico. Los síntomas son las ascitis, dolor abdominal o el crecimiento ovárico. Sólo un 1 por ciento puede desembocar en problemas más graves como la torsión de ovarios o hemorragias internas.
Otro problema se puede presentar en el momento en el que se aspiran los óvulos, ya en quirófano. En ese momento se introduce una aguja para captar los óvulos y, posteriormente, fecundarlos en el laboratorio. Esa aguja, si no se maneja con el debido cuidado, puede provocar distintas lesiones en los órganos pélvicos como son hemorragias, infecciones o rotura de quistes endometriósicos.
Finalmente, el riesgo más común que va asociado a la reproducción asistida, es el del embarazo múltiple. Aunque ya son muchas las madres que deciden la transmisión de un sólo embrión, todavía se considera la posibilidad de llegar hasta tres, por si alguno se malogra. El embarazo múltiple suele llevar bastantes riesgos asociados durante el embarazo, como la preeclampsia, el parto prematuro o la diabetes gestacional.