Cuando una pareja descubre que no puede tener hijos suele producirse un punto de inflexión en su relación que pone a prueba su solidez. La situación puede ser tan traumática o estresante como la muerte de un familiar, un divorcio o “incluso con una enfermedad crónica como ser portador del VIH”, explica la psicóloga del Instituto Sexológico Murciano, Elena López Rogel. Muchas parejas se replantean incluso la ruptura cuando tienen que lidiar con las sensaciones de culpa, pérdida, impotencia, falta de control, baja autoestima y gran carga emocional derivadas de esta situación.
Pese al estrés que genera que la mujer no pueda quedarse embarazada, enfrentarse a la infertilidad puede fortalecer la relación si se afronta de manera correcta y dependiendo de las habilidades de los miembros para adaptarse a la nueva realidad y buscar alternativas.
Tras conocer la noticia, lo más común es que las parejas intenten someterse a tratamientos médicos, relaciones sexuales programadas e intervenciones quirúrgicas. “Todo esto supone una carga para su vida diaria que acaba afectando a su estado emocional, físico y social”, señala la especialista.
Aceptar la situación
También es frecuente entrar en estado de shock y tener dificultades para aceptar la situación, que es lo primero que hay que hacer. “Hay parejas que responden con sentimientos de incredulidad mientras que, por otro lado, podríamos encontrarnos con reacciones de negación en las que se piensa que el diagnóstico es equivocado y se buscan más opiniones médicas”, advierte López.
No buscar culpables
Pero, sin duda, la reacción más habitual es la de la culpabilidad o la culpabilización de una de los miembros de la pareja. En el caso de la culpabilidad, la mujer o el hombre siente que está privando a la otra persona de tener hijos, mientras que, en otros casos “la pareja puede culparse entre sí por su incapacidad de concebir, experimentando sentimientos de resentimiento y rabia entre ellos”, señala la psicóloga. Ante el diagnóstico irrevocable, hay que intentar evitar señalar al otro como el causante de la situaciónporque solo va a perjudicar la relación.
Comunicarse, expresarse y apoyarse
La comunicación entre los dos miembros es esencial para seguir adelante, así como no descuidar la vida individual y en pareja. “Algunas tienen al aislamiento social como sistema de protección ante sentimientos de rabia o la envidia ante otros familiares o amigos que no tienen este problema”, indica la experta. Una visión compartida del problema entre ambos miembros hará que la situación sea más saludable y llevadera y será más fácil pensar con qué otras opciones cuentan para tener hijos o afrontar un futuro sin ellos.
Pese a la tristeza, es importante apoyarse en el otro y comunicar los miedos y sentimientos para evitar crear un clima de tensión y angustia. Si uno de los dos se aísla y reprime sus sentimientos para no hacer daño al otro, podría darse el efecto inverso. “La otra persona puede experimentar desatención provocando resentimiento y la creencia de que éste no está experimentando sus mismas emociones”, asevera López.
No perder la espontaneidad
Las relaciones sexuales también pueden verse afectadas en la mayoría de las ocasiones. La experta advierte que, tanto la calidad como la frecuencia de estas podrían disminuir, por un “bajo deseo sexual, problemas de eyaculación e insatisfacción sexual general”. Una buena comunicación diaria y compartir tiempo y experiencias juntos hará que la pareja se sienta más unida y que esta situación sea solo puntual o transitoria. La espontaneidad es clave para construir relaciones sexuales sanas, por eso, programar los encuentros y asumirlos como una finalidad para tener hijos, también puede dañar la relaciónademás de dificultar las posibilidades de concebir.
Acudir a un profesional
Pese a que se pueden ir dando pequeños pasos juntos, Elena López recomienda el apoyo psicológico profesional en la mayoría de los casos. El psicólogo les ayudará a “normalizar sus sentimientos ante la infertilidad, expresar abiertamente sus emociones con el fin de devolver el adecuado equilibrio a la pareja y ayudarles en la búsqueda de soluciones y alternativas ante la posibilidad de un futuro sin hijos”, concluye.