Que existe una relación entre horarios, factores físicos en el trabajo y problemas en la fecundidad es algo que la ciencia había deducido hace años. Pero ahora sabe qué biomarcadores se ven afectados, algo muy importante para poder resolverlo. En un nuevo estudio de Harvard, publicado en Occupational and Environmental Medicine el pasado febrero, se asegura que mover o levantar objetos pesados está inversamente relacionado con el número de folículos antrales (indican el número de huevos inmaduros que quedan en el ovario) y de óvulos (8,8% menos de los totales y 14,4% menos de inmaduros que las que no hacen semejantes esfuerzos). Y que los turnos de noche o de rotación, también influyen en el rendimiento ovárico.
El ejercicio físico intensivo tiene consecuencias similares. Según un estudio publicado en Current Opinion in Obstetrics & Gynecology,un mayor número de horas de ejercicio vigoroso está asociado a una menor actividad ovulatoria, especialmente en atletas. Y los datos de una investigación noruega sobre casi 4.000 mujeres indicaron que a mayor frecuencia, duración e intensidad del ejercicio, mayor era la dificultad en la concepción debido, aparentemente, a que produce un déficit energético que cierra el sistema reproductivo. “Aquellas que entrenan casi a diario o quienes lo hacen hasta sentirse exhaustas son las que tienen mayor riesgo de infertilidad”, añade Sigridur Lara Gudmundsdottir, investigadora de Norwegian University of Science and Technology.
¿Qué hay de los hombres?
Una de cada seis parejas que intenta quedarse embarazada sufre infertilidad. Y el factor masculino influye en casi el 60% de los casos. Según dos metaanálisis, la calidad del semen empeoró en el siglo XX, y otros estudios aseguran que la tendencia negativa se ha mantenido en los primeros años del XXI. Los motivos son múltiples: exposición a disruptores endocrinos, obesidad, edad, dieta. Y un 40% de los casos de infertilidad masculina es por causas desconocidas. Investigadores de la Universidad de Murcia estudiaron el papel que juega el ejercicio (o la falta de) en jóvenes sanos.
Según explican, cualquier tipo e intensidad de ejercicio reduce la mortalidad, la presión sanguínea, el riesgo de enfermedad coronaria y mejora la salud ósea y la función cognitiva, entre otros. “Pero los estudios sobre lo relativo a la producción de esperma son contradictorios: algunos indican que puede ser perjudicial, pero se centran solo en entrenamientos de alta intensidad en atletas de élite o en varones que acuden a clínicas de fertilidad”. Según sus propios datos, el ejercicio no influye en la calidad del semen.