No es otro libro de lo maravilloso de tener hijos. Tampoco de lo traumático de las decepciones que a veces otorga la reproducción asistida. Sánchez Silva desgaja mitos y creencias bajo una promesa “no lanzar ni un solo mensaje de apología de la maternidad”. Y para ello se sirve de estadísticas, datos y de su protagonista: la ginecóloga Miranda Ortega, que va desgranado diversos casos a lo largo del libro. “De la Venus de Willendorf importaba su fertilidad pero no su cara”, le dice la médico ficticia a su hija adolescente Olivia sobre una de las representantes universales de la feminidad. Y es que quedarse embarazada es mucho menos fácil de lo que siempre nos han contado.
¿Cuánto de autobiográfico tiene el libro?
Mi pauta médica en todo el proceso de reproducción asistida no aparece en el libro.Cuando una mujer está confusa y necesitada de ayuda se sirve de ejemplos de otras mujeres. Es un gran error. No es bueno, es contraproducente. Yo no quiero ser ejemplo de nada. No aparece mi tratamiento médico, pero parte de la experiencia de vivirlo sí, hay cosas mías en muchas mujeres que aparecen. Lo más biográfico son las sensaciones de las pacientes. Y sobre todo, sus dudas.
¿Por qué decidiste contarlo desde el punto de vista de una ginecóloga?
Porque mi idea principal era hacerlo como un ensayo y así he trabajado desde el principio. Cuando tu buscas documentación para una historia de ficción es un camino natural, pero tener todos los datos e inventarte una ficción después es más complicado. Además, me sentía obligada a contar absolutamente todo lo que tenía que ver con los datos médicos, pero había que hacerlos más comprensibles. La ficción le da ese calor que necesitan y un entretenimiento
¿Qué dudas tenéis tú y tus personajes sobre la reproducción asistida?
Todas las del mundo. Las dudas se plantean cuando te das cuenta de que lo que te han contado no es real. Te han dicho que puedes ser mamá perfectamente cuando te dé la gana, que cuando llegues a los 40 ya te lo pensarás y cuando llegas a esa edad y te dicen los médicos que esto no es así, ahí se generan las dudas. Piensas ¿ahora qué hago?¿Realmente estoy llegando tarde? ¿Existe la probabilidad del ‘no’? Algunas mujeres van con preguntas, pero otras tantas van con ideas preconcebidas. Esto es lo que hace mucha gente tome decisiones tardías y erróneas.
Normalmente las mujeres no se preocupan de la reproducción hasta que tienen cierta edad.
Sí, yo fui con la idea de que tenía tiempo, aunque me dijeron clarísimamente que ya no tenía tanto. Nosotras queremos creer que poseemos todo el del mundo. Lo necesitamos, nos conviene. Sobre todo si somos mujeres trabajadoras. Justo cuando llega ese momento en el que ya eres una profesional consolidada piensas ‘o me quedo embarazada o ya no me da tiempo’.
Una chica de 25 años nunca piensa en congelar sus óvulos.
No lo piensa, pero a lo mejor tiene que empezar a pensarlo. A lo mejor no lo hace porque no sabe que los 40 es una edad límite o que a partir de los 35 las posibilidades de quedarse embarazada comienzan a decaer peligrosamente. Hay que decir la verdad. Cualquier mujer de 25, 30 o 20 años está preparada para escuchar esto. Simplemente hay que saber que hay unos instrumentos como la congelación de óvulos que hacen que en tu etapa más fértil (que es de los 20 a los 35 años) puedas hacerlo. No te garantiza nada, pero a esa edad tus óvulos son de buena calidad, aunque no es una garantía al 100 por ciento. Si quieres informarte, hazlo con un profesional pero no por foros de internet, ni por lo que le ha pasado a tu amiga, ni lo que le han contado a tu madre porque eso no vale.
En el libro cuando hablas de cómo construir el relato prometes que “no habrá ni un solo mensaje de apología de la maternidad”,¿por qué insistes en esto?
Porque creo que no conduce a nada y que duele a muchas mujeres. En el libro califico a las estas mujeres que hacen esta apología como “la madre pavo-real”. No me gusta la gente que hace exhibición de la maternidad. Una mujer no es más mujer por ser madre. Una mujer que decide no ser madre no es una mujer egoísta. No puede ser que cuando aparece una madre, todo el mundo diga que “qué valiente” o “qué campeona” . En ese momento habrá una persona cerca que estará escuchando eso y a la que le estará doliendo y se preguntará por qué ella no es una campeona si decide no ser madre. Socialmente eso está muy mal construido. Ese ‘redoble’ por la maternidad hace mucho daño a otras mujeres, sobre todo a aquellas que quieren ser madres y, por la razón que sea, no lo están logrando. ¿De qué sirve decirle a alguien ‘y tú para cuando’ más allá del puro cotilleo?. ¿Cómo podemos decirle a una persona, aunque sea como una broma, eso de ‘se te va a pasar el arroz’?. Me parece una crueldad. Es como si yo te pregunto ‘¿todavía estás casada o ya se ha roto tu matrimonio?’.
Hablas en el libro de que algunas mujeres van a las consultas como si la reproducción asistida fuera algo milagroso y automático y resaltas la necesidad de que los médicos digan “no”.
Tengo la sensación por las conversaciones que he tenido con otras mujeres de que hay personas que no te dicen “no” o “este no es el camino”. A partir de los tres o cuatro intentos hay que replantearse la situación y ver también otras opciones. A veces el tratamiento que estás haciendo no es el más adecuado. Sé de personas que no les han dicho “puede ser que esto no salga bien”, esa sinceridad es necesaria. Hay mensajes publicitarios que me dan un poco de repelús, como “con nosotros conseguirás tu bebé y si no te devolvemos el dinero”. Es un espanto esa fantasía que estás lanzando.
Supongo que recibir un “no” tantas veces será muy duro.
En unos casos es devastador, pero en otros es todo lo contrario, reconstruye parejas. Muchas veces el único final que se cuenta es el del bebé, pero también hay gente que no lo consigue y se plantea las cosas de otra manera. Inicia una adopción o decide no tener hijos y viven felices los dos. Es como si ese final fuera el único que merece la pena ser contado porque se asume no quedarse embarazada como un fracaso y no es así. Es una carga que no se debe llevar. Nadie es culpable, nadie fracasa.
¿Por qué nadie se atreve a regular la maternidad subrogada en España?
Porque es difícil. Entra en juego la bioética, los contratos,etc. pero que sea complejo no quiere decir que no haya que abordarlo. Todo el mundo conoce a alguien que ha sido padre fuera de España de esa forma. La gente lo asocia a parejas gays, pero también hay mujeres que no pueden tener hijos y necesitan una madre. Si tienen los medios económicos se van a Estados Unidos porque es el lugar más seguro. Eso está ocurriendo, así que ¿cómo no vamos a tener un debate de por qué no las estamos ayudando?
En el libro también hablas de los hombres, algunos de tus personajes acuden a las consultas con sus parejas, pero las mujeres son las que llevan el peso del proceso ¿sigue existiendo la concepción de que la maternidad es solo cosa de ellas?
Sí, me lo han contado algunos psicólogos con los que he hablado. La madre va a la clínica, se informan más, etc. También hay parejas en las que el padre es el más implicado, pero otros piensan “son cosas de ella y a mí llámame cuando me toque”. Eso no está bien, la mujer necesita apoyo.
En el relato cuentas que el ser humano se reproduce mal, ¿por qué?
Porque como especie nos reproducimos mal. Una pareja en su mejor momento (por edad, supuesta fertilidad, etc.) tiene un 25 por ciento de posibilidades de quedarse embarazada en un ciclo (un mes). Para mí ha sido muy importante construir el personaje de Olivia, la hija adolescente de la Miranda. Cuando la doctora está entrando en la fase en la que disminuye su fertilidad, su hija está empezando la fase de descubrir la sexualidad, ese mundo en el que la reproducción no existe y solo se disfruta. Miranda le dice a su hija que quedarse embarazada no es tan fácil. Esa información para la gente más joven he querido volcarla a través de Olivia y para que los que estamos en la etapa más madura, he querido recordarles cómo era esa época.
Tú dices que socialmente la maternidad está muy consagrada, pero a veces es castigada en el plano laboral y las mujeres tienen dificultades en compatibilizar su vida personal con la personal, ¿por qué vivimos en esta contradicción?
Es una pelea también. Que todavía tengamos que oír la palabra “productividad” asociada a maternidad es un insulto. ¿Cómo puedes valorar tú mi productividad porque esté embarazada. Todas o casi todas mujeres embarazadas trabajan. ¿Por qué dicen que ahora que estoy en mi edad fértil es también mi etapa más productiva? A mi me parece que hay un poco de confusión. Una mujer siendo madre es lo más natural del mundo, no puede haber penalizaciones laborales, no puede haber miedo a quedarse embarazada, y lo hay. Estamos en un mercado deshumanizado, ¿qué estamos haciendo?
A veces parece que todo lo que hace una madre es opinable. Hay discusiones por quedarse o no embarazada, dar o no el pecho, educar de una forma u otra, ¿por qué la maternidad es tan polémica?
No es polémica. Todo el mundo puede hablar de ella porque todo el mundo es hijo. El otro día salí a un cumpleaños y hubo un momento que dije “no quiero ser grosera, ¿pero podemos hablar de otra cosa?”. Agradezco mucho las felicitaciones, pero las conversaciones sobre si le doy el pecho, si duermen o no mucho… Había mucha gente en ese corrillo a la que le estaba aburriendo soberanamente ese tema y yo lo sé ver porque yo he sido esa persona en otro momento. Todo el mundo tiene algo que decir. Lo de la lactancia materna es muy importante. Antes de dar a luz estuve en un curso de preparación al parto y vino una chica cuya hermana había dado a luz hace poco. Estaba destrozada porque, por las razones que sea no ha podido dar el pecho. Durante todo el embarazo ha recibido tal presión con la lactancia materna que cuando ella no ha podido dar el pecho, se ha hundido. Hay que tener un poco de serenidad para todo. ¿Cuántos niños hay de biberón y no pasa nada? Nos encanta dar lecciones de maternidad en todos los sentidos. Yo lo estoy dando, pero lo hago porque quiero hacerlo. Punto. Pero dejemos de dar lecciones.