Querer ser madre y no poder: una situación que viven muchas mujeres alrededor del mundo, cuando sus problemas de fertilidad les impiden cumplir sus deseos. Una de ellas, probó, sin éxito, todos los tratamientos a su alcance, hasta que decidió participar en un programa piloto que la puso en una lista de trasplantes de útero en 2017. A partir de ahí, esperar a un útero compatible de una fallecida y así tener una nueva oportunidad. Y la mujer, que se encuentra en la treintena, se ha convertido este año en la primera estadounidense (y la segunda en el mundo) en conseguir llevar a buen término un embarazo tras recibir un trasplante de útero de una fallecida. El primer caso tuvo lugar en Brasil, en diciembre de 2018.
La operación de la ya madre se ha realizado en el hospital Cleveland Clinic (Cleveland, Ohio). Esta mujer, de la que no han trascendido datos personales, se quedó embarazada en 2018 y ha estado vigilada durante todo el proceso. La gestación ha sido totalmente normal y sin complicaciones. La bebé nació por cesárea el pasado junio. En la intervención participaron una docena de médicos, cirujanos, obstetras y ginecólogos, entre otros. Este periódico ha contactado con el centro médico de Estados Unidos que ha confirmado la noticia. Tras remitir al comunicado, la responsable de prensa, Victoria Vinci, ha añadido en un correo electrónico: “Ha sido un éxito, pero no queremos divulgar el nombre de la paciente para respetar su privacidad”.
Se estima que una de cada 5.000 mujeres en edad fértil en todo el mundo se ven afectadas por un problema de infertilidad relacionado con el útero, según datos del propio hospital. Además, explican que el trasplante de útero no está destinado a durar toda la vida, solo para conseguir uno o dos embarazos. “Las mujeres involucradas en este ensayo”, prosiguen, “se sometieron a un riguroso proceso de selección y se las vigila de cerca después de quedar embarazadas mediante la fertilización in vitro”.
Tanto el trasplante de útero como el parto forman parte del programa denominado Trasplante uterino para el tratamiento de la infertilidad del factor uterino, de la clínica de Cleveland. En él, participan 10 mujeres entre 21 y 39 años. Tres de ellas han conseguido ser trasplantadas con éxito y de ellas, esta mujer es la única que se ha convertido en madre con éxito. Actualmente, dos más están a la espera de la transferencia de embriones, mientras que varias más están en la lista para el trasplante.
“A través de esta investigación, nuestro fin es conseguir que estos casos extraordinarios sean comunes para las mujeres que solo cuentan con esta opción”, según explica en un comunicado Andreas Tzakis, experto del equipo médico. “Estamos agradecidos con el donante y su familia, su generosidad permitió que el sueño de nuestra paciente se hiciera realidad y que naciera un nuevo bebé”, ha concluido Tzakis.
A pesar del avance científico, algunos expertos sugieren que este tipo de intervenciones plantean un debate ético. Rocío Núñez, experta en reproducción asistida y bioética, explica que el trasplante de útero, aunque sea con donante cadáver, es una técnica más invasiva que cualquier otra técnica de reproducción asistida, que plantea algunos problemas éticos: “Se requieren más de 10 horas de cirugía para trasplantar el útero, con riesgos importantes para la madre y para el niño (flujo uterino comprometido, anomalías renales maternas asociadas a malformaciones uterinas, hipertensión, efecto teratogénico de los inmunosupresores, etcétera)”. Según añade, “la paciente necesita mucho tiempo previo de preparación con inmunosupresores y, en conjunto, parece que el principio de beneficencia (o no maleficencia), queda comprometido, pues no está justificado que un deseo de embarazo prime sobre los posibles riesgos para la madre y el niño”. Además, según explica Núñez, el útero es extirpado tras el parto, “no inmediato, pero se tiene que quitar”.
Una de las incógnitas de este tipo de intervención es si la mujer podría ser trasplantada más de una vez. “Todavía no se ha intentado”, prosigue Núñez, “pero en este caso los riesgos serían aún mucho mayores, ya que hay que preparar inmunológicamente a la mujer para aceptar otro trasplante, que además sería diferente del anterior”. Según mantiene la experta, conseguir que haya una gestación con un trasplante de útero ya es un desafío, “pero cuando falla, intentarlo otra vez es bastante imprudente”.
En cuanto a la intención de los expertos estadounidenses de convertir el trasplante de útero de una fallecida en algo común, Núñez alega: “Quizás, en un futuro pueda convertirse en algo común, pero aún falta mucho tiempo para ello. De momento es considerada por la mayoría de los expertos como una técnica experimental por los riesgos que conlleva”.