“Ella sabía por todo lo que había pasado su amiga y el deseo que tenía de ser madre”, explica Jimena Rodríguez Urizar, una de las abogadas de las cordobesas autorizadas por el juez Luis Belitzky a hacer un tratamiento de gestación por sustitución con embriodonación ( transferencia de embrión con esperma y óvulo de donantes anónimos). Una de ellas será la gestante; la otra, la madre que anotará al bebé en el registro civil con su apellido.
La lucha de la mujer de 45 años, de la que solo se sabe su edad para preservar la identidad, empezó cuando intentó hacerse una inseminación y los estudios le dieron mal. “La futura madre descubrió – al intentar ser inseminada- que tenía un problema y le tuvieron que extirpar el útero. Tampoco podía usar sus óvulos ya que descubrieron que no eran aptos para ser fecundados. La que va a llevar adelante el embarazo sabe a ciencia cierta por todo lo que ha pasado su amiga y las constantes decepciones que tuvo hasta esta posibilidad de llevar a cabo su sueño.”, indicó la abogada.
Cuando supo que no podía quedar embarazada, se inscribió en el registro para adoptar pero nunca la llamaron. “Será porque era una mujer sola o porque no cumplía quizás alguno de los requisitos que ponen para la adopción. Lo cierto, es que la que gestará el bebé en su vientre la conoce de toda la vida y sabe por todo lo que pasó”.
El caso de estas mujeres es particular porque la madre no solo recurre al préstamo de vientre sino que además, a la amiga de 35 años le harán una embriodonación. El óvulo y el esperma serán de donantes anónimos. “Se solicitó la homologacion de un acuerdo entre una persona que tiene la vocación procreacional y la otra persona que brinda su capacidad de gestar. Ella llevará el embarazo de quien tiene la voluntad de ser madre. Se plantea la inconstitucionalidad del artículo 562 del código civil que plantea que quien es la madre es quien lo tiene. En este caso tampoco hay pertenencia por material genético”, indica la abogada.
Ambas son vecinas desde chiquitas, se criaron juntas. La de 35 años estuvo en pareja, tiene una hija de 16 años y dejó en claro en el acuerdo que no tiene deseos de volver a ser madre. “Ella es consciente que no es la mamá, y su hija entendió perfectamente que no tendrá un hermano. Sabe que su mamá lo hace por su tía del corazón. Lo que la gestante siente es que cumple con el deseo, con la voluntad de la madre que lo solicita que es quien tiene la voluntad procreacional”, añade Miriam Londero, la otra abogada del estudio que las representa.
Ambas letradas quieren dejar en claro que la clave es la voluntad procreacional: “Si esta mujer no tuviera la intención, ese niño no vendría al mundo. “
“Yo te presto mi útero para que vos tengas tu hijo”, le dijo la amiga que conoce el deseo y los sacrificios de esta mujer para poder tener un hijo. Ambas aseguran que esa señal de amor las mantendrá unidas para siempre.