Dos padres y cuatro hijos. Los Rodríguez López viven en Aznalcázar, un pueblo de Sevilla de unos 3.500 habitantes. Son una familia “feliz, normal, con las mismas inquietudes y deseos que las demás, aunque poco frecuente”, aclara Manuel, de 52 años, administrativo y de Jerez (Cádiz).
Está casado con Marcos, de 46 años, informático y de Sevilla. En diciembre celebrarán que llevan 30 años juntos. No es poco. Su historia, con final feliz, es un ejemplo de lucha por la igualdad de parejas del mismo sexo para tener hijos y formar una familia.
En 1996, cuando llevaban 12 años viviendo juntos, Manuel le planteó a Marcos que quería ser padre. Solos, llenos de dudas y miedos, solicitaron la adopción internacional. Primero, juntos, y luego, Manuel como soltero. En ambos casos se la denegaron por su orientación sexual. El proceso, con denuncias incluidas por “discriminación”, duró 8 largos años.
Empezaron a investigar
Pero como el deseo de esta pareja por tener hijos era más fuerte que la realidad, Manuel y Marcos no se rindieron. En 1999 empezaron a investigar hasta convertirse en los primeros gays de España que viajaron a EE UU para ser padres. “Nos fuimos a Los Ángeles, con el nivel de inglés del instituto. Allí encontramos igualdad”, recuerda Marcos.
Tras cinco años de intentos fallidos por gestación subrogada, y cuando todo estaba casi perdido, encontraron a una nueva gestante en California: Maricela, de origen mexicano, con la que actualmente siguen en contacto y a la que llamaron a diario durante todo el embarazo. “Mi cuñada [la hermana de Marcos] aportó los óvulos y yo el esperma”, matiza Manuel, quien aclara que no quieren que se denomine a la gestación subrogada vientre de alquiler.
“Los nombres humillan o definen. Es una técnica de reproducción asistida. Ni se alquila a las personas ni su vientre. Se cede la capacidad de gestación”.Para ambos, “no es un encargo que se le hace a una mujer, sino una experiencia vital, un acto de generosidad”.
Por fin, en enero de 2004 nacieron Julia y Lucía, mellizas, que van a cumplir 10 años. “Fuimos los hombres más felices del mundo”, afirman. En 2005, con la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, se casaron. Tres años después, les dieron a sus hijas sus apellidos y las inscribieron en el libro de familia. Más tarde, y también en EE UU, llegó su tercer hijo: Manuel, que ahora tiene 4 años.
Este verano, por fin, adoptaron un niño, también de 4, el benjamín de la casa. “La Junta ha sido muy rápida. Nos han dado la misma igualdad de oportunidades que a todo el mundo. Nos atendió un equipo justo que nos trató con cariño”, explican.
“La piel en el camino”
Eso sí, para cumplir su proyecto en común, Manuel y Marcos afirman que han tenido que subir muchos escalones dejándose “la piel en el camino”. Vendieron su casa y hasta hace poco pagaban préstamos (la gestación subrogada cuesta de 60.000 a 120.000 euros). Pero, hoy, cuando ven a sus cuatro hijos, dicen sentirse muy orgullosos. “La vida familiar de los homosexuales es mucho más relajada que la de los heterosexuales.
En casa no hay roles masculinos ni femeninos. Compartimos tareas, hijos… Conciliamos. Tampoco escondemos nada y tratamos nuestra realidad con naturalidad”, explican a 20minutos.
Para el colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB), Manuel y Marcos piden normalización, adaptación de leyes, cambiar la escuela, poder registrar a sus hijos y aceptar la técnica por la que tres de sus hijos vinieron al mundo.