Hay un dicho que dice que “somos lo que comemos”, lo que en otras palabras quiere decir que, según cómo nos alimentemos, será nuestro cuerpo y nuestra salud. Así, son incontables las investigaciones que tratan de analizar cómo cada comida puede influir en el funcionamiento de los tejidos y los diferentes órganos de nuestro organismo.
Por ejemplo, un estudio reciente que fue publicado en la revista especializada Human Reproduction se refiere a cómo la alimentación puede afectar a la fertilidad de los hombres y reporta que el consumo de las comidas ricas en grasa parece reducir los niveles del semen.
Según dicho análisis, las grasas saturadas parecen ser el factor más importante relacionado con la calidad de semen. En detalle: los hombres que más grasas saturadas consumían, tenían una cuenta espermática total un 35 por ciento más baja y una concentración espermática un 38 por ciento más baja, que los participantes que menos grasas saturadas comían.
Además, los resultados demuestran que los hombres que consumían la mayor cantidad de ácidos grasos, como los denominados omega 3 (que se hallan en el pescado y las nueces, por ejemplo), tenían más espermatozoides, que estaban formados correctamente (alrededor del 2 por ciento) que quienes comían menos cantidad de omega 3.
Y si bien todavía es necesario realizar más investigaciones para confirmar los hallazgos de este estudio (que fue pequeño, ya que sólo se analizaron los datos de 99 hombres norteamericanos, que fueron divididos en tres grupos de acuerdo a su consumo de grasas), estos datos nos recuerdan cuan frágil puede ser la fertilidad y cuánto podemos hacer para cuidarla con pequeños cambios de hábitos, como llevar una dieta saludable.
Al respecto, hubo otros estudios que relacionaron la alimentación con la calidad del semen, como dos que fueron presentados a fines del 2011 en la reunión anual de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva en Orlando, en Estados Unidos, según los cuales, en resumen, las dietas ricas en carnes rojas y en cereales procesados parecen afectar la capacidad de los espermatozoides para moverse, mientras que las dietas ricas en grasas trans parecen reducir la cantidad de espermatozoides en el semen.
Si deseáis un embarazo y no lo lográis, no te avergüences y consulta a un profesional especializado (un urólogo). Ten en cuenta que muchas veces el problema de la fertilidad en la pareja no es la mujer –como se solía pensar– sino el varón. Por ejemplo, entre las principales causas de infertilidad masculina se encuentran:
- Trastornos con los espermatozoides o problemas con la eyaculación.
- Varicocele. Una condición que se produce cuando hay venas dilatadas en la piel que recubre los testículos, que inhiben el desarrollo de los espermatozoides porque evitan que haya un flujo adecuado de sangre.
- Tener alguna enfermedad, lesión o problema crónico de salud. Desde enfermedades renales (del riñón) hasta el cáncer del testículo, incluyendo enfermedades sistémicas como la diabetes, enfermedades de transmisión sexual, trastornos genéticos (hereditarios) y problemas hormonales.
- Algunos medicamentos y ciertos factores relacionados con el estilo de vida, como fumar, usar esteroides, abusar del alcohol y/o las drogas ilegales, la edad, el estrés emocional, el peso y una deficiencia de vitaminas, entre otros.
Por todo esto, si tú y tu pareja estáis tardando demasiado en lograr un embarazo (generalmente se considera un año de tener relaciones sexuales regulares sin protección), es importante que consultéis con un especialista y que no os desaniméis ante algún resultado que pueda no ser el deseado. Actualmente existen muchos métodos para tratar la infertilidad tanto masculina como femenina y para lograr el/la tan ansiado(a) hijo o hija.