Tina tenía 18 meses cuando un embrión donado por una pareja fue congelado, el mismo con el que el pasado 25 de noviembre consiguió ser madre en Tennessee (EE UU). Un embrión que se congeló el 14 de octubre de 1992 y que hoy es una bebé llamada Emma que vino al mundo con 2,940 kg de peso y poco más de 50 centímetros de altura. Veinticinco años esperando para nacer y poner fin a siete años de intentos fallidos de una pareja que acudió a la donación de embrionestras no lograr procrear de forma natural por problemas físicos.
En Estados Unidos no existe el anonimato de los donantes de embriones, por lo que cuando la pareja fue considerada apta para el proceso tuvo dos semanas para elegir al idóneo entre 300 perfiles. El primer intento fue fallido, lo consiguieron con la segunda opción, pero lo que no sabían era que aquel embrión tenía 25 años de antigüedad.
Los padres conocieron la sorprendente noticia el pasado mes de marzo, cuando la embrióloga Carol Sommerfelt, del Centro Nacional de Donación de Embriones de Estados Unidos, les informó. Para este centro, este “es el más longevo congelado que ha nacido satisfactoriamente”, informa la CNN. “¿Se da cuenta de que yo tengo 25 años? Este embrión y yo podríamos haber sido mejores amigas”, preguntó la joven Tina a su médico. “Solo quería tener un bebé, no me importa si es o no un récord mundial”, afirma la joven, con 26 años ahora, en el mismo medio. “Es muy excitante que esto haya sucedido, sobre todo considerando el tiempo que llevaba el embrión congelado”, ha añadido Sommerfelt. El más longevo con éxito, hasta la fecha, había permanecido dos décadas en este proceso.
La historia del bebé Emma
El embrión del que ha surgido Emma fue fecundado por fertilización in vitro por una pareja que dejó cuatro embriones en congelación a disposición de otras que no pudieran tener hijos. Se les conoce como snowbabies (niños de nieve, metáfora del proceso de congelación al que se someten sus embriones), pequeñas “vidas humanas potenciales que esperan a nacer”, ha dicho Sommerfelt.
Rocío Núñez, investigadora y directora científica de la Clínica Tambre, responde a las posibles dudas que surgen tras este caso en el que la longevidad de un embrión no ha impedido el éxito de un proceso reproducción asistida.
“Sin duda lo que ha sucedido es posible. Y puede pasar con éxito. La edad del embrión congelado, si está bien conservado y no ha sufrido ninguna alteración externa, no influye en el éxito de la fecundación. Es más, estos se pueden conservar indefinidamente”, explica la embrióloga. “Además, es muy posible que sea el más viejo porque la última información de la que se disponía se publicó en un estudio en el que se fechaba en 20 años la edad del embrión más longevo”, incide. “Lo más bonito de este caso es que el embrión y la mujer tienen casi la misma edad biológica. Es sorprendente”, afirma.
“Lo fundamental para que la transferencia del embrión sea un éxito es que el proceso de descongelación sea el adecuado y que el útero de la mujer esté preparado para recibirlo, lo que se puede programar gracias a una terapia que incluye el suministro de estrógenos y progesterona a la mujer”, explica.
“En España, esto podría suceder. Podría darse un caso similar. Por ejemplo, en nuestra clínica existen embriones con 17 años de edad. El problema en nuestro país es que las parejas no donan los embriones para otras parejas, sino para la investigación. Y es una pena. Aunque cada vez se donan menos embriones por el gran avance científico que viven las técnicas de fecundación in vitro”, concluye Núñez