Skip to content

Unidad de reproducción del Hospital Donostia “cumple el sueño de una pareja”



«Todos los bebés son especiales, pero éste lo es más». Peru Goikoetxea Etxeberria, una criatura diminuta de poco más de tres kilos de peso, disimula muy bien su naturaleza extraordinaria, recién cambiado el pañal y agarrado al pecho de su emocionada madre, una escena probablemente idéntica tras la puerta de cada habitación de cualquier maternidad. Pero enseguida sus padres, Jakes y Mikal, hacen las presentaciones.

El pequeño llegó al mundo el pasado domingo de madrugada con una misión cumplida nada más nacer: su alumbramiento ha colmado de felicidad a la familia y también a todo el equipo de la unidad de reproducción asistida del Hospital Universitario Donostia. Para Jakes y Mikal, vecinos de Orio, se cumple su deseo de paternidad, después de tres años de lucha y frustraciones; para las ginecólogas, biólogas, enfermeras y todo el personal sanitario no hay mayor satisfacción que contribuir a dar vida gracias al trabajo que desempeñan en la unidad pública de reproducción asistida de Gipuzkoa.

 

Peru es el primer niño concebido en sus laboratorios. «Era un bebé muy esperado por todos», confirma Arantza Lekuona, jefa del servicio de Ginecología del centro sanitario, en la habitación donde al crío le sobran brazos para recibir atenciones. «Le veo y lloro, todavía no me lo puedo creer», dice Mikal, toda sonrisas.

El nacimiento de niños fecundados ‘in vitro’, una técnica consolidada desde que naciera el primer bebé probeta en Reino Unido en 1978, no sería noticia si no fuera porque ésta es la primera vez que un hospital público de Gipuzkoa logra un embarazo a término gracias al trabajo realizado en el laboratorio para ayudar a las parejas con problemas de fertilidad. Con la apertura del servicio el pasado mes de enero, se cumplía el deseo médico por mejorar las prestaciones sanitarias en reproducción y se resolvía también una reivindicación histórica de los pacientes guipuzcoanos que tenían que desplazarse hasta el Hospital de Cruces, única unidad en la red pública vasca hasta esa fecha, o bien decantarse por una clínica privada para intentar lograr gracias al avance de la medicina reproductiva lo que la naturaleza les negaba.